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JOAN J. SERRA
En opinión de Txema Brotons, técnico de la Conselleria d'Agricultura i Pesca, «la localización en 2006 de tres cachalotes muertos en las costas de Mallorca atrapados por redes de deriva ilegales demuestra que en las agua del Mediterráneo occidental se continúa con esta práctica prohibida y lleva a suponer que la mortalidad de cachalotes, que se mueven en alta mar y a grandes profundidades, y otros cetáceos por esta causa debe ser muy importante. Los tres cachalotes muertos serían la punta del iceberg de una mortalidad terrible por las redes de deriva».

La Conselleria, junto con varias universidades, estudia desde hace 4 años las poblaciones de cachalote en el Mediterráneo occidental. Brotons explica que «los cachalotes forman grupos sociales y se comunican entre ellos mediante sonidos que siguen unos patrones y unos códigos. A nivel de regiones marinas, estos sonidos sufren variaciones, como si se tratara de dialectos. En el Mediterráneo occidental tienen su propio dialecto, si bien puede haber cachalotes procedentes del Atlántico, pero éstos son más numerosos cuanto más cerca del Estrecho de Gibraltar. Así, son más frecuentes los cachalotes de origen atlántico frente a las costas de Almería que en el área de Balears, Córcega o Cerdeña».

La detección de sonidos es un método para la identificación del grupo social de cachalotes, pero para la individual se recurre a las fotografías de sus aletas caudales, cuyo perfil y pigmentación pueden servir para distinguir entre un individuo y otro. Asimismo, las muestras de piel y heces también son útiles para la identificación. Brotons indica que «los cachalotes emergen desde profundidades de mil metros o más y, cuando salen, sufren pérdidas espontáneas de piel que podemos recoger. Igualmente, defecan en superficie y recogemos sus heces. A partir de ahí, podemos realizar análisis genéticos individuales. También obtenemos muestras de piel con unos dardos especiales».

Aún no se sabe cuántos cahalotes puede haber en el Mediterráneo occidental, en una población más o menos estable, tal vez varios miles, pero de lo que no cabe duda es de que los pesqueros con redes de deriva ilegales siguen actuando. La organización Oceana los ha detectado en puertos franceses e italianos, cuando ya han cobrado subvenciones europeas para su desmantelamiento.