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El pasado día 16, un informe de Naciones Unidas cifraba en 3.000 mensuales las víctimas civiles registradas en Irak. El aterrador dato supera cualquier recuento realizado hasta la fecha, incluido el que llevan a cabo las autoridades del país. A juicio de los funcionarios de Naciones Unidas la razón estriba en que mientras el Gobierno iraquí hace el cálculo basándose en las estadísticas de hospitales y depósitos de cadáveres, la organización internacional contabiliza también los cuerpos no identificados. La falta de «curiosidad» al respecto de las autoridades norteamericanas no hace posible añadir otros datos contrastables, por lo que hay que dar éstos por buenos. Irak está viviendo ahora los peores momentos desde que se produjo la invasión, y lo peor del caso es que la decisión de Bush en orden a enviar más tropas al país no permite establecer previsiones precisamente halagüeñas sino todo lo contrario. La población sufre una auténtica sangría diaria, al tiempo que se ve sometida a una constante violación de sus más elementales derechos. Es tal el clima de violencia que se puede afirmar que casi dos millones de iraquís se han visto forzados a emigrar a países vecinos, a la vez que algo más de millón y medio se han desplazado en el interior del país. Una atmósfera de ajustes de cuentas entre suníes y chiíes se extiende por todo el país ante la impotencia, cuando no simple pasividad o connivencia, de unas fuerzas de seguridad gubernamentales que han perdido todo control. La Administración de Justicia es poco más que una entelequia, y el anunciado plan de seguridad una utopía en las actuales circunstancias. De no producirse un fortalecimiento del Estado de derecho, es previsible que la espiral de violencia registrada en los últimos meses irá a más. Mientras, desde Washington, Bush continúa con su política belicista sin importarle la opinión a estas alturas contraria de la mayoría de sus asesores y de sus compatriotas. El máximo responsable del caos que hoy se vive en Irak parece decidido a que todo un pueblo siga instalado en él.