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Unas 20.000 personas aproximadamente, según la organización, convirtieron en un éxito de convocatoria la XXIX Diada Ciclista de Sant Sebastià, a pesar de que la niebla bajo la que amaneció Palma hizo pensar que muchos renunciarían a participar. Desde las 11 de la mañana la Plaça de Cort y la de Santa Eulàlia se fueron poblando de una heterogénea masa sobre dos ruedas, desde el más pequeño de la casa con la bicicleta que le trajeron los Reyes al más mayor ataviado con la vestimenta propia de un profesional. Desde ese mismo momento los miembros del jurado encargados de decidir los premios al mejor disfraz o la bicicleta más original tomaban apuntes al paso de los ciclistas con pelucas de payaso o gorros de chef, cual cuadrilla de cocina de cinco tenedores. La alcaldesa, Catalina Cirer, junto al delegado general de La Caixa, Robert Leporace, fue la encargada de dar la salida a los participantes, a cuya cabeza estaban, vestidos de corto, aunque sin casco, Àlvaro Gijón, Rafael Durán, Pedro Àlvarez y José Manuel Sierra. Lo que éstos no esperaban era que una quincena de miembros de la plataforma «Salvem La Real» acompañaría el acto festivo con sus arengas poco halagadoras dirigidas a la comitiva del Ajuntament de Palma. Otros también hicieron oír sus protestas, pero de una manera más participativa, así se pudieron ver carteles contra el segundo cinturón, reclamando el carril bici o el Parc de les Vies, vistiendo las bicicletas de dos comparsas.

El recorrido discurrió por el Parc de la Mar, Rambla dels Ducs de Palma, Avinguda Alemanya, General Riera, calle Uruguai hasta alcanzar Son Moix, a donde fueron llegando como un goteo los ciclistas hasta pasada la una y media del mediodía, momento en el que ya lucía un sol intenso que hacía necesaria la manga corta. Como ya es habitual, se pudieron ver familias enteras sobre ruedas, incluidas muñecas pertrechadas con su casco y bien atadas en la sillita para bebés y algún perrito bien acomodado mientras la dueña se afanaba por subir una cuesta. Con mayor o menor esfuerzo, incluidos papás que realizaron el trayecto andando al lado de sus hijos que todavía llevan las ruedecitas que sirven de apoyo a los que aún aprenden, todos pasaron por la meta, donde les esperaban refrescos, una exhibición de trial y un grupo musical con el que matar el tiempo hasta el inicio del sorteo de premios, aunque bien es verdad que una mayoría de los que hasta allí llegaron prefirieron volver a casa antes de enfriar los músculos, por lo que a la hora de celebrar el sorteo sólo compareció uno de los ganadores de las cuatro bicicletas, así que para alegría de los allí presentes, que ovacionaron la decisión, se volvieron a sortear las tres restantes hasta que apareció un ganador. Un poco contrariados estaban los grupos escolares que optaban al premio de agrupación más numerosa, ya que la indefinición en las bases hizo que éstos no supieran que iban a ser objeto de un recuento a la llegada, así que a la hora de ser contabilizados muchos de los participantes se habían marchado a casa, provocando una desilusión entre algunos pequeños al ver mermadas sus posibilidades de llevarse la distinción.

Guillermo Noguera obtuvo el premio a la bicicleta más original; las hermanas Pozo, al mejor disfraz; Robert Danson Cobos de tres años fue el ciclista más joven y Anselmo García, de 88, el más mayor, mientras que el colegio Sagrat Cor fue el grupo escolar más numeroso.

Lydia E. Larrey