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En la que se ha considerado una de las mayores operaciones policiales contra el expolio arqueológico a nivel mundial, la Guardia Civil se ha incautado en Andalucía y Extremadura de más de 300.000 piezas de incalculable valor, al tiempo que ha detenido hasta el momento a 52 personas que formaban parte de una red especializada que venía actuando desde hace ya tiempo. El impresionante botín, digno del mejor museo arqueológico, y la calidad de las piezas, de origen fenicio, ibérico, romano, visigodo y árabe, determinan que debamos felicitarnos por la recuperación de algo que es patrimonio de todos. Pero tras esa inicial satisfacción procede lamentarnos por el hecho de que este tipo de sucesos puedan a estas alturas ocurrir. Es cierto que hablamos de una banda de delincuentes especializados que no sólo disponían de excelentes contactos para la distribución y venta de lo sustraído, sino que incluso contaban con la asesoría de historiadores y expertos en la materia. Pero no lo es menos que hoy, con los medios de que disponen las administraciones, esta suerte de atentados contra nuestra historia nunca debieran producirse de existir auténtica voluntad de evitarlos. La Ley del Patrimonio Histórico Español establece sanciones contra aquellos que no declaran los objetos encontrados, incluso de manera accidental, en un yacimiento. Pero la aplicación de la ley, y las circunstancias que rodean a cada caso, ya son otra cosa. Pensemos tanto en el daño, muchas veces irreparable, que causan los expoliadores en los yacimientos, como en la relativa incuria con la que la Administración trata los bienes, aún en el caso de que sean recuperados. Falta vigilancia en los yacimientos, y vigilancia seria, dotada de modernos medios tecnológicos, y sobra dejadez -de eso hemos sabido algo hace poco en Mallorca en el almacenamiento y mantenimiento de esas joyas que nos hablan de nuestro pasado. De no mediar mayor respeto por nuestra historia y mayor atención administrativa hacia todo lo que deja testimonio de ella, poco se podrá hacer para evitar sucesos de tanta gravedad como el comentado.