TW
0

«Hacedle saber a mi mujer y a mi hija que siempre las he querido mucho y que soy un hombre inocente».

Éstas fueron las últimas palabras de Emili Darder y Cánaves (Palma, 1895-1937), el último alcalde republicano de la capital balear, fusilado hace setenta años (el 24 de febrero de 1937), sentado en una silla, frente a una tapia del cementerio.

Emili Darder no se sostenía en pie, estaba muy enfermo y no hubo para él compasión; había estado preso en el Castell de Bellver (como Jovellanos, en el siglo XVIII), de allá fue trasladado al hospital y luego al cementerio donde fue asesinado. O fusiliado «por rebelión militar», según la ampulosa jerga impuesta por «los vencedores» de la Guerra Civil.

Eran las siete de la mañana de aquel 24 de febrero cuando un grupo de falangistas, que previamente habían estado bebiendo cazalla según testimonios de la época, formó el pelotón de fusilamiento.

Además de Emili Darder fueron abatidos Alejandro Jaume, Antoni Mateu y Antoni María Ques. A Emili Darder, dos soldados tuvieron que conducirlo en volandas.

«Yo tenía solamente ocho años pero recuerdo como si fuese hoy la cara y la voz de Gabriel, mi padre, al notificarme la tragedia».

Son palabras de Pep Darder i Sastre, uno de sus sobrinos. La esposa de Emili Dader, Miquela Rovira, falleció ya hace unos años. De perpetuar su memoria, aparte de los partidos políticos, principalmente PSM y ERC, se encargan ahora sus familiares. Su sobrino Pep Darder o su sobrino Andreu Muntaner, a cuyo archivo pertenecen las fotos que ilustran esta página. También sus nietos, como Ferran o José María Cano.

Emili Darder tenía 42 años cuando fue fusilado. Había nacido en el año 1895. Médico preocupado por la salud pública, combinó su profesión con su inquietud cultural, siendo a los 24 años, uno de los promotores de Associació per a la Cultura de Mallorca. Siempre escribía en catalán, consideraba al mallorquín como «un ser esencialmente individualista» y entendía que «hemos de despertar de nuestro sueño y abandonar nuestra calma».