Desde primera hora de la mañana, Pedro Revert Martorell y su mujer, Bárbara Jaume, instalan como cada sábado su puesto de cerámicas y recuerdos de Mallorca, en la avenida central del rastrillo de Palma, uno de los puntos más frecuentados por turistas. Pedro tenía 14 años de edad cuando acompañaba a su padre a vender en los distintos mercados de la Isla, como Andratx, Alcúdia, Inca, s'Arenal, etc.
Era principios de los años 60 cuando, su padre, valenciano de nacimiento y casado con una mallorquina, residentes ambos en Madrid, decidieron abrir un taller en Son Ferriol. Actualmente, a pesar de cómo está la situación del rastrillo de Avenidas, Pedro asegura que «sigue existiendo ese encanto y magia. Mucha gente viene los sábados a pasear entre los puestos y mirar algo para comprar».
Por otro lado, él que ha visto evolucionar tanto el mercado como la variación de productos confiesa que «antes se vendían cosas de más valor y calidad, ahora se vende cualquier cosa, incluso cosas que se encuentra la gente en la basura». Desde hace unos ocho años la venta se ha estabilizado y la competencia es mayor.
Julián Aguirre
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