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El intercambio de intervenciones entre el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, y el portavoz del PP, Pío García Escudero, terminó con una bronca de muy mal gusto en el escenario de la Cámara Alta. El tema de discusión no podía ser otro que la concesión de la prisión atenuada a De Juana Chaos, un tema que ha subido hasta el límite el tono de crispación entre socialistas y «populares».

Las discrepancias iniciales en esa materia entre ambas formaciones han pasado de meras críticas políticas a protestas, gritos, pataleos e insultos. Del escaso diálogo entre el Gobierno y el PP se ha pasado a actitudes impropias de unos políticos que representan a la ciudadanía y que, ante todo, deben mostrar cierto respeto y educación.

Curiosamente, Mariano Rajoy, líder de los senadores que interrumpieron continuamente al presidente Zapatero, le califica de «hooligan» y propone un debate sereno. Veremos la serenidad de los diputados «populares» cuando el próximo martes el ministro de Interior, Pérez Rubalcaba, dé sus explicaciones en torno al terrorista De Juana Chaos en el Congreso.

Es necesario volver a recuperar los cauces normales de debate y discusión y abandonar los gritos y la falta de respeto. La tensión política entre el Gobierno y el PP no debe ser excusa para alimentar todavía más los extremos. No debería llevarse a la calle la discrepancia en asuntos de terrorismo -debería existir estricta lealtad institucional-, pero si se decide convocar concentraciones y manifestaciones debería evitarse el uso de la bandera española y de los lazos azules, que son símbolos de todos y no pueden esgrimirse para criticar al Gobierno de la Nación que, constitucionalmente, esté legitimado para dirigir la política antiterrorista con el apoyo de una leaoposición.

Es imprescindible que socialistas y «populares» rebajen la tensión, retomen las formas, el diálogo y la serenidad, con el objetivo de aunar esfuerzos para acabar con la lacra del terrorismo.