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La manifestación del pasado sábado convocada por el Partido Popular (PP) reunió a centenares de miles de personas en Madrid para protestar por la política antiterrorista que lleva a cabo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, lo que pone de relieve la capacidad de la formación conservadora para movilizar a buena parte de sus militantes y, en esta ocasión, también a ciudadanos descontentos con la medida de prisión atenuada para el etarra Juan Ignacio de Juana Chaos.

Una vez más se volvió a producir una guerra de cifras, desde los dos millones y medio de personas que daba el PP como asistentes, pasando por los 2.125.000 de la Comunidad de Madrid, hasta las poco más de 342.000 que otorgaba la Delegación del Gobierno. Es, en cualquier caso, absurdo y deja absolutamente perplejos a los ciudadanos que se produzcan discrepancias semejantes en el cálculo de las manifestaciones que se han dado últimamente en la capital del Estado.

Pero, al margen de cuestiones numéricas, lo que sí es cierto es que las movilizaciones que se produjeron en la víspera en 65 ciudades españolas y la del sábado marcan un momento en el que es preciso que se serenen los ánimos y se acerquen posiciones para hacer frente al enemigo común, que no es otro que el terrorismo.

No sería bueno que el PP radicalizase su posición en un intento de buscar réditos electorales basándose en la estrategia de elevar el tono de crispación social. Pero Rodríguez Zapatero tampoco debe permanecer ajeno a la voz de la calle, debe escuchar el clamor de los ciudadanos y actuar en consecuencia.

No se trata de que el Gobierno modifique la situación penitenciaria de De Juana -ya ha dicho que no lo hará- pero sí debe explicar lo que muchos ciudadanos no entienden. Dede dar argumentos que justifiquen que se ha tomado la mejor solucón posible, sin ceder a ningún chantaje, y pensando en los intereses de la nación española, en cuya defensa Mariano Rajoy convoca a todos los ciudadanos.