José María Rodríguez, 'Jopela', coronando una de las grandes montañas que ha pisado alrededor del mundo.

TW
0

Con el título 34 anys assolint fites, el alpinista José Maria Rodríguez 'Jopela' presentó ayer en el Casal Balaguer una exposición antológica de sus principales ascensiones, exploraciones y travesías exóticas a lo largo de su vida. La inauguración corrió a cargo de la presidenta del Consell de Mallorca, Maria Antònia Munar, quien dijo que «no es fácil ver la bandera de Mallorca tan alto» y destacó «la importancia del contacto humano establecido con otras razas». 'Jopela' recuerda en esta muestra, con emoción, cómo empezó la que ha sido la gran pasión de su vida, allá por 1973 junto a su padre. «Han sido un montón de cumbres. Desde Àfrica a la Antártida, de los Alpes a los Andes. Viajes fascinantes».

-¿Qué expediciones marcaron el principio de esta gran aventura?
-En 1980 inicié, acompañado con gente de Mallorca, mi primera ascensión importante al monte Kenia. Fue el principio de toda una serie de viajes alrededor del mundo en los que alternamos la ascensión con el buceo. Después vino el monte Vinson, en el continente helado, y los Alpes suizos e italianos con el legendario Mont Blanc como reto.

-Tendrá muchas anécdotas.
-De vuelta a Àfrica, subimos al Kilimajaro y en Asia en la selva de Borneo, convivivimos con los indígenas de Kalimantán. Desde luego, cada foto tiene su historia. Una vez, al principio, llegamos a escalar con la ayuda de un ancla. Da risa, pero entonces nuestro equipo era muy elemental. En la Península del Sinaí, subimos al monte donde Moisés recibió las Tablas de la Ley. En otro viaje convivimos con los indios jívaros. Todos mis viajes han sido vivencias muy bonitas.

-¿Ha sido la aventura un elemento de cohesión en el grupo?
-Ante todo, debo agradecer a mis familiares todo el apoyo que me han dado. Y lo más importante es la gente que me ha acompañado. Una experiencia única en cada caso y compartida al máximo en todo momento. Recuerdo siempre a todos ellos, uno por uno.

-En aquellos parajes, ¿ha cambiado tanto el mundo?
-Sí, es lamentable, pero se ha generado un cambio en las personas. En la montaña ahora se corre, ya no se camina. Yo he arriesgado mi vida para ayudar a mis compañeros en apuros. Ahora da la impresión de que si no puedes, ahí te quedas. La gente sólo piensa en si misma. Se ha perdido aquel romanticismo de antes cuando todavía había mucho por descubrir, así como el sentimiento de compañerismo. Me emocionó, por contra, ver como en una tribu africana, los más jóvenes escuchaban con respeto a los ancianos en lo que ellos llaman la casa de la palabra.

Gabriel Alomar