El tren, del año 1919, se exhibe en un andén de la nueva estación intermodal.

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En la nueva estación intermodal, como romántico recuerdo de un pasado olvidado, destaca la presencia de una antigua locomotora a vapor muy similar a las que circularon por las vías de Mallorca durante décadas. Se trata de una Baldwin nº 6 Landaluce de 1919, rescatada del desguace por el Club Ferroviari Vaporista de Mallorca, que está a punto de completar su restauración tras 12.000 horas de trabajo.
Según indicó aUltima HoraRoberto Rueda Plasencia, presidente de la asociación, «durante los casi 80 años de su vida activa, transportó aproximadamente unos 20 millones de toneladas de carbón y mineral de hierro en la comarca del Bierzo, y recorrió otros 4 millones de kilómetros, distancia suficiente para dar 100 vueltas a la Tierra».
Como puede apreciarse, esta máquina luce ahora como en sus mejores tiempos. No en vano, se han destinado a su restauración unas 7 toneladas de materiales nuevos, como aceros, bronces y otros componentes, habiéndose recuperado toda su mecánica bastidor, así como las seis llantas en sus ruedas motrices.
La locomotora permanecerá en exposición en la nueva Estación Intermodal de Palma hasta comienzos el próximo verano, fechas en que se efectuará la última reparación de la caldera con vistas a ponerla en funcionamiento por las líneas de la Isla en la primera mitad del próximo año 2008. Esta máquina comparte exposición con el furgón correo más antiguo de España, fabricado para Mallorca por la empresa británica Swansea en 1875 y exquisitamente restaurado por la Asociación de Amigos del Ferrocarril.
Hace apenas 50 años, la red ferroviaria mallorquina cubría 250 kilómetros distribuidos en seis líneas. Desde la inauguración de la primera vía férrea en 1873 hasta 1964, en que se retiró la última locomotora a vapor, llegaron a circular 50 de aquellas entrañables máquinas, además de 30 del tipo diesel y hasta 800 vagones de carga y coches de pasajeros, distribuidos en tres clases.
El auge que experimentaba el campo mallorquín propició la exportación continuada de productos agrarios con destino a la Península y el extranjero, cuya vía natural de salida era el puerto. A su vez, la precaria situación de las carreteras y las escasez de medios de transporte motivó una expansión continuada de la red por espacio de medio siglo, con la adquisición constante de nuevo material.
El desarrollo del transporte privado y la construcción de carreteras cada vez más amplias, destinaron a partir de los años 60 al ferrocarril a un largo declive que se prolongó hasta los 90. En la actualidad la viabilidad económica de este medio de transporte y la saturación de las carreteras han determinado un nuevo impulso al ferrocarril, como preludio de una nueva edad de oro bajo el signo de la modernidad.


Gabriel Alomar
(texto y foto)