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PEDRO PRIETO
A las diez y media de la mañana de ayer, Domingo de Pascua, la Virgen, también conocida por Sa Puríssima dels tres botets, salió de la capilla de Sant Benet, de la Seu, en dirección al altar mayor.

La portaban a hombros cuatro miembros de la familia Truyols. Al mismo tiempo, y desde la capilla de enfrente, o Capella de la Puríssima Concepció, el Cristo resucitado, también llevado a hombros, iba en la misma dirección. Ambas imágenes se encontraron, frente a frente, al pie del altar. Avanzaron unos metros para volverse a detener.

El sacristán, pulsando un botón ubicado en uno de los brazos del paso que se apoyaba en los hombros de los porteadores, hizo que la Virgen se inclinara. Lo hizo dos veces seguidas más, y de nuevo la imagen volvió a inclinarse otras tantas veces. Era la alegría de la Madre al encontrar al Hijo resucitado. Alegría y, al mismo tiempo, respeto, mucho respeto. Esta secuencia se repite año tras año, tal día como ayer en la Catedral de Palma. Incluso los porteadores de las imágenes son casi siempre los mismos.

Ayer, llevaban el Cristo Gabriel y Alfonso Dameto, Felipe Villalonga y Gabriel Siquier Dameto. Por su parte, la Virgen era transportada por los hermanos Truyols, Luis, Francisco y Fernando, y por uno de sus primos: Ramón Truyols Vaiget.

Y acompañando a la Virgen iban el patriarca de los Truyols, Francisco, su nieto Luis Truyols (de tres años), Carme y Victoria Truyols, Mercedes Tur, Inés Feliu de Cabrera, Emilia Morell, Pepe Palou de Comasema y Patricia Alis.