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DANIEL AZAGRA
Sin duda, las elecciones del 27-M en Eivissa están marcadas por la reforma del Estatut que supone la disgregación de Formentera del Consell Insular. Ese cambio provocará que en la isla de Eivissa se elijan 13 consellers, por los 12 que había hasta ahora y el restante que aportaba la pitiusa menor. Este hecho, que aparentemente no parece llamativo desde el punto de vista numérico, tendrá una importancia crucial a la hora de inclinar la balanza hacia un lado u otro. Cabe recordar que la única vez que ganó la izquierda en el Consell Insular (Pacte, 1999), empató a consellers con el PP (6-6) en la isla de Eivissa, pero lo hizo con menos votos que los populares, y que fue la victoria de la COP en Formentera la que le dio el gobierno en el Consell y a la postre en el Govern a los partidos de izquierda. Por eso en los mentideros políticos se dice que la creación del Consell de Formentera favorece electoralmente al PP.

Pero esos hechos ya son historia y dejando de lado las especulaciones numéricas, lo cierto es que el duelo entre el Partido Popular y la coalición PSOE-Eivissa pel Canvi en estos comicios no tiene un favorito claro. Las dos formaciones han sufrido su particular desgaste y habrá que ver cuál de ellas es la que lo paga en las urnas. El PP, con Pere Palau a la cabeza, se presenta con una legislatura marcada por el conflicto de las carreteras y las sospechas desde la oposición de favorecer a la familia Matutes, que durante estos cuatro años ha tenido a Stella, hija del ex ministro Abel Matutes, como consellera de Vías y Obras convirtiéndose en el foco de la mayor parte de las críticas. Con las carreteras prácticamente terminadas habrá que ver si la resaca de los conflictos vividos el pasado año pasa factura al PP o por el contrario se ha amortiguado lo suficiente. Cabe recordar que hace un año alrededor de veinte mil personas salieron a la calle para protestar por estos proyectos en una de las manifestaciones más multitudinarias vividas en Eivissa. En el haber del equipo de gobierno se encuentran sobre todo las infraestructuras sociales, sanitarias y deportivas, traducidas en un nuevo hospital, residencias y pabellones.

Por su parte, el PSOE se presenta después de haber sufrido una profunda crisis por las discrepancias en la designación de los candidatos al Consell y al Ayuntamiento de Eivissa, que acabó con la dimisión del secretario general de la Federación Socialista Pitiusa, Roque López. El sector roquista era partidario de acudir en solitario a las urnas y de no pactar con el resto de partidos de izquierda. De aquella crisis salió reforzada la figura de Xico Tarrés, actual alcalde de Eivissa, y logró cristalizarse el acuerdo con el resto de la izquierda, integrada en Eivissa pel Canvi. Esta coalición de partidos surgió precisamente por un mismo leit motiv: «la política destructora del PP». En ella se integran EU, ERC, ENE y la Plataforma Antiautopista, cuyo líder, Albert Prats irá de número 3 en la lista de Tarrés al Consell y se ha convertido en la diana de las iras del PP.

Así, con estos antecedentes llegan populares y progresistas al duelo de las urnas. Palau en sus listas ha apostado por la continuidad y de ellas la baja más importante es la del conseller de Presidencia, José Sala, que ha decidido volcarse en su candidatura al Ayuntamiento de Sant Antoni, del que es alcalde desde hace cuatro años. En la lista al Consell salen reforzados Stella Matutes, sobre la que se especuló que pudiera dejar la política por el conflicto de las carreteras, y Vicent Serra, conseller de Bienestar Social, al que Palau ya señala como su futuro vicepresidente.