«Jo, qué noche», pensaban en las sedes de los partidos. En todas, sin excepción, la noche electoral fue intensa, inesperada, emocionante. En la sedes de las fuerzas de izquierdas la noche fue alegre. Y en otros, sobre todo en el Palas Atenea, muy triste, decepcionante. Nada que ver con aquel 25 de mayo de 2003 cuando Matas se veía de nuevo al frente de la oposición hasta que aparecieron los resultados en los ordenadores. «Me faltará muy poco para la mayoría absoluta», repetía Matas días antes de las elecciones de hace cuatro años. El PP vivía ahora una situación diferente, plácida, con los «deberes hechos», como ha repetido Matas. Todo apuntaba a revalidar la mayoría absoluta a pesar del «caso Andratx». De hecho, el PP tenía 32 diputados antes de las 12 de la noche. Poco después de la medianoche, con un 90 por ciento de los votos escrutados, las caras en el PP comenzaron a cambiar.
Unos y otros se buscaban con la mirada. Miraban atentamente los ordenadores para saber qué posibilidades tenían de recuperar, al menos, el diputado de la mayoría absoluta. Había escasas posibilidades, pero nadie perdió la esperanza. Todos buscaban a Matas. En ese momento, los dirigentes de UM ya comenzaban a pensar en la fiesta de Titos. Nadal necesitaba bailar después de un año de mucho trabajo, de muchas reuniones, de incertidumbres. Nadal había conseguido dos concejales en Palma y era clave. Y Munar era clave en el Consell. Y también en el Parlament. Jó, qué noche.
En el PSOE también había nervios, muchos nervios. Antich se jugaba mucho tras perder la Presidencia del Govern en 2003. Mientras Aina Calvo comparecía ante los medios para analizar sus resultados, en la calle comenzó a escucharse el vocerío de algunos militantes socialistas. El PP había pasado de 30 a 28 diputados y el PSOE ganaba en Eivissa. Tras la intervención de Calvo hubo un tiempo de espera, en el que comenzaron a llegar los apoderados del PSOE a la sede socialista. El PSOE había instalado una carpa en la calle Sindicat y los candidatos comenzaron a salir al balcón para saludar. No era para menos. El PP había perdido la mayoría absoluta. La alegría comenzaba a desatarse en la calle Miracle. Un militante del PSOE subió al atril para preguntar a los periodistas si querían tomar algo. «¿Queréis cubatas? ¿Cubatas de Larios?». Antich veía la posibilidad de reeditar el Pacte de Progrés. Y sus militantes vivían minutos de euforia. No era ninguna utopía.
Antich, Calvo, Armengol y sus principales colaboradores habían empezado la noche en el segundo piso de su sede de la calle Miracle. Los sondeos a pie de urna (dando al PP entre 26 y 28 escaños) provocaron más de una sonrisa. Alguien llegó a decir, «los firmo». El peor momento de la noche fue cuando los datos que facilitaba el Govern, y que podían seguirse a través de las dos televisiones que ofrecían programas especiales, informaban de que los socialistas perdían Menorca. Joana Barceló habló por teléfono con Antich: «No te lo creas, los datos de Maó no están metidos». Barceló tomó una decisión: salir a anunciar su victoria cuando las teles aún se la daban al PP. Cuando la situación estaba ya bastante clara (pérdida de la mayoría popular) se inicaron las comparecencias ante los periodistas. Conxa (la esposa del candidato) había llegado a la sede con sus hijos. La noche terminó en un pub de la zona de sa Feixina.
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