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La temida 'rissaga' fue ayer la primera en recibir a los miles de mallorquines que se trasladan en barcos de pasajeros a Menorca para vivir las fiestas de Sant Joan. A primera hora de la mañana, el fenómeno, que produjo oscilaciones de hasta 1,15 metros del nivel del mar, obligó a cerrar el puerto de Ciutadella para los barcos de línea que, precisamente con motivo de las fiestas, multiplican su número de trayectos entre Mallorca y Menorca. Los barcos fueron desviados hacia el puerto de Maó y desde allí se dispusieron autocares para trasladar a los viajeros de un extremo al otro de la isla.
Así, miles de personas se vieron afectadas hasta el punto de que lo que en principio debía ser un trayecto en barco de una hora -como es el caso de los buques rápidos de Balearia- se prolongara por espacio de tres horas, al encontrarse con el puerto de Ciutadella cerrado y tener que navegar a lo largo de la costa del Migjorn menorquín hasta Maó. Jóvenes que habían salido del Port d'Alcúdia a las 11,30 de la mañana explicaron que el trayecto se realizó a una velocidad inferior a lo normal, ante la posibilidad de que el puerto de Ciutadella pudiera ser reabierto en cualquier momento, cosa que no ocurrió hasta las cinco.
La Plaça des Pins de Ciutadella fue un goteo constante de pandillas de jóvenes procedentes de toda la geografía mallorquina que llegaban, exhaustos y sin haber comido, después del largo viaje en barco, la indignación, la espera para subir a los autobuses y, finalmente, el trayecto por carretera desde Maó hasta Ciutadella, para enlazar de nuevo con otros buses hasta llegar a Cala n Blanes u otras urbanizaciones donde habían contratado sus apartamentos los que ya no encontraron alojamiento en el centro de la ciudad. Aun así nadie dudaba, ante las expectativas de un fin de semana de mucha fiesta, que al final habrá merecido la pena.
Y si en barcos de línea los visitantes llegan a miles, la otra cara de la fiesta la protagonizan los que se trasladan hasta la isla vecina en embarcaciones de recreo, ya sean llaüts, lanchas o veleros. Este año las restricciones para amarrar en el puerto de Ciutadella son muy estrictas y el Club Náutico ha suprimido los amarres de la parte más externa del puerto, mientras que en el interior no se permite el amarre en doble y triple fila, como en años anteriores. Durante toda la jornada de ayer, y se espera que también hoy sábado, fueron llegando barcos particulares, aunque sólo los más madrugadores o los que tenían «contactos» y paciencia, pudieron amarrar. Otros se instalaron en las calitas cercanas, como Cala en Busquets o la Platja Gran. El buen humor y el compañerismo reinan en estas pandillas de amigos, muchos de ellos asiduos de toda la vida a las fiestas de Sant Joan, que ayer aún no acusaban los estragos de las intensas jornadas de 'jaleo' que vivirán hoy y mañana.
Así empieza un fin de semana largo en el que todos prevén salir mucho y dormir poco, para disfrutar al máximo de unas fiestas multitudinarias, especialmente este año, al coincidir en fin de semana. De hecho, hoy sábado también llegarán miles de personas en avión y mediante las tres compañías de barco que operan entre Mallorca y Menorca. Las previsiones cifran en unos 12.000 los mallorquines que se desplazarán a las fiestas, a los que se sumarán los menorquines procedentes del resto de esta preciosa isla. Ayer se dejaron ver rostros conocidos, como el presidente del RCD Mallorca, Vicenç Grande, y el de Caixa Rural, Gabriel Roca. Ciutadella respira ambiente Santjoaner por todos sus rincones y es imposible no contagiarse.