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Un jefe de policía británico ha definido a la sociedad de su país como una sociedad «orwelliana», en alusión al escritor George Orwell, quien hace medio siglo alertó del peligro que suponía para el ciudadano vivir bajo un excesivo control. El Reino Unido es actualmente el país más «vigilado» del mundo, con un total de 4,2 millones de cámaras de televisión en circuito cerrado, es decir, una por cada 14 personas, lo que equivale al 20% de las cámaras que existen en el planeta. Por si ello no fuera suficiente, se ha sabido ahora que desde el Ministerio del Interior se va a proponer la creación de una denominada «multiagencia de información compartida», cuyo objetivo sería el detectar a posibles delincuentes y a potenciales víctimas. Al efecto, policías, funcionarios, o médicos, elaborarían unas fichas que circularían entre los organismos oficiales, conteniendo datos como el consumo de drogas o de alcohol, y otros relativos a posibles problemas mentales o antecedentes de violencia familiar de aquellos ciudadanos que podrían suponer un riesgo social. Es evidente que la propuesta, sobre discutible desde una perspectiva de libertades individuales, podría además resultar semiinútil. El mero hecho de poner bajo vigilancia policial a personas que no han cometido delito alguno, resulta de por sí inquietante. Por otra parte, forzar a policías y demás funcionarios a trabajar sobre simples conjeturas, puesto que de eso se trataría, no parece la mejor forma de encauzar la lucha contra la delincuencia y el terrorismo. Finalmente, la pretensión de lograr una sociedad a salvo de todo tipo de riesgos entra dentro del terreno de lo utópico y, obviamente, no justifica el empleo de medios tan exagerados. Y en el Reino Unido estarían más obligados que en otros lugares -recuérdese al respecto el caso de un inocente ciudadano latinoamericano acribillado por la policía en el metro londinense- a considerar estos argumentos.