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JOSÉ SEVILLA
«Voy a pasar página y seguir en el Ejército. Algunas personas me preguntan si lo voy a dejar. Pero no. Ahora es momento de pasar página. Voy a seguir en el Ejército cuatro años más». Con esta entereza de ánimo se expresa el paracaidista mallorquín Juan Paz Soler, de 19 años de edad, quien calificó de «gajes del oficio» el atentato con coche bomba que costó la vida a seis de sus compañeros en el Líbano hace diez días y les hirió a él y a Enrique Vázquez. Ambos sufren quemaduras en brazos y rostro.

Ayer recibió, en su habitación del Hospital Central de Defensa Gómez Ulla, de Madrid, la visita de un general de la Brigada Paracaidista retirado que se interesó por su estado. «Lo siento, general, pero no puedo darle la mano», se excusó Juan, que pasea dos aparatosos vendajes en las extremidades superiores. Al general le acompañaban los también paracaidistas Sergio Cubas Avenza, de 18 años, mallorquín de la 1ª Bandera, la misma que Paz Soler, y antiguo alumno del IES Antoni Maura, y su otro compañero, y militar madrileño, Armando Gomis, de 20 años.

El palmesano Cubas -que lleva seis meses en la Bripac- quiso irse a Afganistán el 27 de junio con el relevo español, «pero no pude porque no había plazas».

Juan recordó con Pedro Prieto -periodista de Ultima Hora que ya estuvo en febrero patrullando por Líbano con la Legión- el lugar del atentado («nos conocíamos los caminos como la palma de la mano») y la excelente relación de las tropas españolas con la población libanesa de esta zona que linda con Israel, por lo que nadie se esperaba el ataque de los extremistas islámicos contra los españoles, integrados en la misión de paz Finul, organizada por la ONU.

El paracaidista mallorquín, que estudió en el IES Josep Maria Llompart, de Ciutat, sonríe cuando recuerda que la Legión se fue en marzo y ellos la reemplazaron. «Ellos dijeron que nos habían dejado la Base Miguel de Cervantes perfecta, pero tuve que dormir algún día en una tienda de campaña. Nosotros sí la dejamos en perfecto estado a nuestro reemplazo».

Juan tenía previsto regresar a Mallorca el 17 de julio, al acabar sus cuatro meses de servicio en el país de los cedros, para disfrutar de dos meses de vacaciones en la Isla, donde suele salir con su tío por Inca y Alcúdia.

Decenas de patrullas por la Línea Azul -que separa con miles de cascos azules el Líbano e Israel- fueron la vida rutinaria del joven militar mallorquín hasta que el día 24 estalló un coche bomba que desplazó varios metros el BMR de 15 toneladas en el que iban ocho compañeros 'paracas'.