El president Antich puso ayer sobre la mesa de su despacho un libro que, intencionadamente, «olvidó» allí hace cuatro años cuando cedió el puesto a Matas. Concretamente, «Pensaments» de Josep Melià. Habrá que esperar a que algún cargo del Ejecutivo saliente escriba una novela como la que publicó el anterior director general de Comunicación de Antich, y previsible próximo responsable de Exteriores (Jordi Bayona, «Els anys d'excepció»), para conocer éste y otros datos de la época Matas.
Las dependencias presidenciales parecen haber cambiado muy poco, al menos a primera vista. Otra cosa será lo que pueda aparecer tras las alfombras, aunque dado el tiempo que ha pasado desde la celebración de las elecciones, el pasado 27 de mayo, y la toma de posesión (ayer) de los consellers y las conselleras del Ejecutivo, si aparece algo bajo las alfombras será algo premeditado.
Penúltima jornada, ayer, del vuelco institucional que ha llevado al PSOE a presidir todas las instituciones. Todas menos el Parlament, presidencia destinada a la artífice del cambio, Maria Antònia Munar. Por cierto: Munar llega más temprano que nunca a los actos oficiales desde que preside el Parlament y, ayer, mientras esperaba el inicio del acto oficial en la Lonja, departió largo y tendido con el presidente de la Audiencia, Antoni Terrassa y con el fiscal jefe, Bartomeu Barceló.
Uno de los responsable de protocolo advierte a los «ciudadanos y ciudadanas» de que va a iniciarse el acto de promesa o jura de los consellers y las conselleras. Nadie jura. Uno de los consellers, el de Movilitat, Biel Vicens, añade a su promesa el latiguillo «sin renunciar al derecho de autodeterminación de mi pueblo». No aclaró si se refería a Inca en particular o a Balears en general. Todos y todas, prometen «respetar el secreto de las deliberaciones del Consell de Govern». Y también lo hace Margarita Nájera, la consellera portavoz, la que (a partir del jueves) tendrá que dar cuenta de los acuerdos del Ejecutivo. La reunión del jueves servirá para completar los nombramientos de segundo nivel (direcciones y secretarías generales). Bastantes personas de las que ayer se acercaron a la Lonja y al Consolat verán impresos sus nombres en el Butlleti Oficial de la Comunitat Autónoma. Con cara de ver impresos sus nombres se dejaban ver ayer Fernando Monar, Sebastià Lora, Antoni Torres, Bel Nora y ... bastante más gente. También estaba por ahí Pablo Rivero, el que fuera director general de Proyectos del primer Ejecutivo de Antich. No repetirá. Se va a Calgary (Canadá) como vicepresidente del organismo de salud pública. Rivero, lo recordaba ayer, fue uno de los primeros en hablar de coordinación en aquel primer ejecutivo antichista. Ecoordinator del nuevo Govern será Albert Moragues, que hará de vicepresidente, aunque no se llame así, y cuya conselleria tendrá a su cargo más direcciones generales que nadie.
El secretario general de la UGT, Lorenzo Bravo, también se ha dejado ver estos días «históricos» por el Consolat y aledaños. Ayer, muy próximo a los corrillos calvianeros. Nájera, la portavoz será consellera de Treball. Bravo, con más razón que antes, podrá seguir haciendo de la UGT una organización próxima al Govern. Aunque quien sabe: cuando la izquierda gobierna, los más críticos suelen ser de izquierdas.
Antich fue breve en su discurso, cinco minutitos para pedir a su equipo que trabajaran a pie de obra y que pusieran a su trabajo «iniciativa, imaginación y pasión». Se consumó el vuelco. Ahora toca gobernar.
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