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El president del Govern, Francesc Antich, obligará a dejar su escaño en el Parlament a los cuatro diputados socialistas que han entrado a formar parte del Ejecutivo. Se trata del conseller de Salut i Consum, Vicenç Thomàs; el responsable d'Habitatge, Jaume Carbonero; la titular d'Educació, Bàrbara Galmés, y la nueva consellera d'Agricultura, Mercé Amer, quien sería diputada por el PSOE gracias a la dimisión de los tres anteriores. A estas cuatro dimisiones de los consellers se suma además la del diputado socialista Bartomeu Llinàs, que ha sido nombrado director general adscrito a la Presidència del Govern. Este cargo es incompatible con el de diputado en la Cámara.

El president del Govern ha tenido una razón de peso para hacer que los miembros de su gabinete dejen el Parlament balear: la ajustada victoria del centro izquierda. Los partidos que han pactado cuentan con 30 diputados en la Cámara frente a los 29 del Partido Popular. La ausencia de cualquier diputado podría hacer que el Govern perdiera votaciones en la Cámara. Dado que la labor de los consellers les obliga en muchas ocasiones a viajar fuera de la Isla, existe el riesgo real de que alguno de los conselleres que además ocupaba el cargo de diputado no estuviera presente en las sesiones plenarias. Las dimisiones se han hecho, por tanto, para evitar perder votaciones en el Parlament.

Cinco nuevos diputados del PSOE se incorporarán a la Cámara balear en próximas sesiones plenarias. Se trata de los socialistas Francesc Dalmau, Antoni Garcias Simó, Francisca Lladó, Miquel Angel Coll y María Luisa Morillas.

De esta forma, la única representante del Govern que seguirá como diputada en la Cámara será la representante del Bloc, Josefina Santiago, consellera de Benestar Social. No se descarta que los miembros de la coalición de izquierdas sigan el ejemplo de los socialistas, aunque la decisión aún no se ha tomado.