Todavía no ha llegado a Mallorca su marido, José.

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ari Carmen Martínez Bordiú Franco, y su hijaCintya Rossi, ya están en la casa que recientemente ella adquirió en la zona de Andratx. Es una casa que, de momento, es lo más parecido a un teatro, puesto que desde según qué puntos se divisa cuanto acontece en ella, sobre todo si la vida se hace en la terraza, donde está la piscina. Así que, o la vallan, o los vamos a ver... sin querer .

Algún que otro día, Mari Carmen y su hija suelen trasladarse al puerto donde tienen amarrada la barca que se ha traído desde su base oficial, sita en el Club Náutico de Santander. A veces van las dos solas, a veces las acompañan amigas. El paseo marinero que suelen hacer no varía mucho de una día a otro. Todo muy monótono y repetitivo: salida casi siempre a la misma hora, viaje a la misma cala. Lo único que varía es la ropa y el bañador. Aunque puede que cuando llegue José a Palma la cosa varíe, en el sentido de que querrán mostrarle calas y lugares que desde el mar son maravillosos.

Mari Carmen ha disfrutado ya otros veranos en Mallorca en tiempos pretéritos, y algunos muy pretéritos, cuando Cintya era un bebé. Aún me acuerdo del día de su llegada, ¡la que se montó en el aeropuerto! A fin de que no los pilláramos a todos juntos, Rossi, que había adelantado el viaje un día, los aguardaba (a su mujer, a Cintya y a Luis Alfonso) en el Paseo de Sagrera. Horas después, el sitio que se le puso a la casa que alquilaron en Sol de Mallorca fue de lo más numantino, hasta el punto de que tuvieron que llamar a la Guardia Civil para poder librarse de nosotros, que nos habíamos pertrechado en los alrededores del chalet, controlando todas las salidas. Fue un año en que la gente menuda de la casa, liderada por Luis Alfonso, recorría lo caminos próximos en moto. «¡Algún día os la vais a pegar!», les advertíamos. Y sí, se la pegaron. Luis Alfonso se cayó de la motocicleta y se lesionó una pierna, que tuvieron que escayolarle en Son Dureta, lo que le obligó a dejar de asistir a las clases de francés que recibía en la Aliance Francaise. Si en anteriores vacaciones Mari Carmen y su familia necesitaban de un amigo para navegar, ahora no dependerá de nadie. Pero a pesar de ello, algunos seguirán disputándose su presencia en su barco.

Pedro Prieto
(texto y foto)