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Ante el bravío espectáculo de la cala de Estellencs los visitantes detienen su paso antes de alcanzar sus orillas, para admirar esta maravilla del litoral. Es lo que piensan Dedlef y Mauren, un matrimonio alemán que, acompañado por sus hijos, encontramos a pie de roca. «Hemos venido para disfrutar de unas vacaciones de dos semanas. No es la primera vez que visitamos Estellencs y la verdad es que por lo que recuerdo de la primera vez, antes poseía un caracter más natural, sin este muro de contención y esta malla metálica», afirma Dedlef, con visibles muestras de desagrado. Intentamos explicarle que tales elementos artificiales se han colocado por razones de seguridad ante el efecto de los desprendimientos y los temporales, circunstancias de peso que no parecen convencerles, mientras señala el moderno varadero de cemento que flanquea uno de los extremos de la cala.

«Tenemos un apartamento en sa Coma y allí el cambio ha sido aún más espectacular. Cuando llegamos hace treinta años no había nada a nuestro alrededor, mientras ahora apenas vemos más alla de los bloques y más bloques de edificios. Este crecimiento continúa y pienso que de seguir así Mallorca perderá mucho encanto, ya que el motivo que nos animó a instalarnos aquí en vacaciones fué una atmósfera cada vez más difícil de disfrutar en la isla. Es algo que nos preocupa hasta cierto punto y en lo que habría que pensar», indica nuestro interlocutor germano con una expresión que no admite réplica. Y es que, como hemos podido comprobar cada vez son más numerosos los turistas sensibilizados por la preservación de la naturaleza y la calidad ambiental y paisajística.