El PP vive ahora misma una situación similar a la experimentada cuando en 1995 dimitió Cañellas. La marcha imprevista de Jaume Matas ha dejado al PP sin norte político y al margen de las principales instituciones. La situación es grave y la división apenas trasciende por el pacto de silencio que acata la cúpula popular.
Si todos los dirigentes conservadores explicasen públicamente sus sensaciones tras la marcha de Matas, el PP sería ahora mismo un reino de taifas, un partido sin brújula ni control a la espera de un congreso que se celebrará dentro de 14 meses.
Miquel Ramis ha dicho públicamente lo que muchos dirigentes populares comentan en privado. Cuando Ramis cuestiona la bicefalia del PP, no trata de poner en entredicho el papel de Rosa Estaràs, pero sí el de José María Rodríguez. En las filas populares muchos dirigentes todavía no entienden como el secretario general del PP sigue aún en su cargo, sobre todo después de su intervención en el 'caso Andratx'. Rodríguez, en cambio, quiere asumir el control y pregona públicamente que, en ausencia del president, el que manda es el secretario general, según los estatutos. Y que nadie descarte que Rodríguez aspire a seguir en la secretaría general tras el próximo congreso. Rodríguez parte con ventaja respecto a Estarás ya que conoce la fontanería del PP mucho mejor que la coodinadora. Y Estarás lo sabe.
¿Quién manda en el PP ahora mismo? Es la pregunta del millón. Oficialmente, Estarás tiene plenos poderes tanto de la ejecutiva regional como de la dirección nacional, pero no parece que Rodríguez se lo ponga demasiado fácil. De hecho, es un secreto a voces que el secretario general del PP sigue manejando los hilos del partido a su antojo.
La celebración de un congreso regional después del verano sería la salida más beneficiosa para el PP, pero la dirección nacional se opone. De hecho, la continuidad de Jaume Matas en la presidencia del PP se interpreta como una decisión de la cúpula nacional para evitar congresos extraordinarios antes de las elecciones nacionales.
De las críticas en clave interna no se salva ahora mismo ni el propio Jaume Matas. Idolatrado mientras era presidente del Govern, su marcha ha dejado un hueco difícil de llenar. Las críticas se centran en la marcha precipitada de Matas, que no siguiese en su escaño parlamentario y en la dirección del PP al menos hasta el próximo congreso regional, el que se celebrará en 2008.
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