En los Juzgados de lo Mercantil se viene incrementando la actividad, están llegando las primeras empresas constructoras que no pueden afrontar la falta de liquidez derivada de la ralentización en el ritmo de las ventas inmobiliarias. Las peticiones de suspensión de pagos se reactivan después de unos años de euforia en el sector, son las primeras consecuencias del incremento en los tipos de interés de los préstamos hipotecarios.
Los analistas se niegan a aplicar el término crisis a un fenómeno que, por el momento, se considera coyuntural. El aumento de los tipos decretado por el Banco Europeo ha provocado una lógica recesión en la demanda de inmuebles, un fenómeno que las empresas más débiles o embarcadas en operaciones con un nivel de riesgo muy superior al razonable no pueden soportar.
Todo indica que se está iniciando un proceso selectivo entre las empresas constructoras que «limpiará» el sector, pero en ningún caso se vislumbra una crisis generalizada que acabe generando una amplia destrucción de puestos de trabajo. De hecho, en Balears, se sigue manteniendo un ritmo elevado en la puesta en marcha de promociones privadas aunque, en determinados casos, también se percibe una nueva periodización de las inversiones.
La cautela es la actitud que mejor puede definir el momento actual. Esta prudencia empresarial revela la existencia de una proyección en las cifras de negocio que se muestra demasiado confusa, pendiente de la evolución de la demanda. Mientras ya están comenzando a caer las aventuras desbocadas, las huidas hacia adelante que nunca debieron haberse iniciado; víctimas de un espejismo que siempre acaban pagando los más débiles.
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