Existe una vieja tradición que dice que nunca en ningún lugar quedaron dos líderes de una misma revolución, porque las revoluciones aúpan a uno solo y el otro ha de buscar otro camino. Cuarenta años después de la muerte de Ernesto 'Che' Chevara nadie sabe a ciencia cierta si el médico argentino convertido hoy en mito fue «sacrificado» por su amigo Fidel Castro o bien acabó con sus días en la selva boliviana por casualidad. Seguramente no llegaremos a saberlo jamás.
Lo que sí sabemos es que el 'Che' forma parte de la iconografía del siglo XX en idéntica medida que Elvis Presley, James Dean, Marilyn Monroe o John Lennon. Es decir, su imagen adorna los pósters de los adolescentes rebeldes que ven en la muerte joven una esperanza para no tener que cambiar nunca.
Pero Guevara fue mucho más. Lejos de los platós de Hollywood o de los escenarios musicales, el guerrillero argentino fue un tipo excepcional que se jugó la vida "y la perdió" en la lucha por extender la revolución a los países más pobres del mundo. Un empeño muy a lo años 60 que hoy casi resulta de cómic. La Cuba de Fidel fue el único éxito de su carrera como combatiente, derrocando la dictadura e instaurando otra que ya dura 48 años. En sus primeros días ejerció su papel con mano de hierro, dirigiendo ejecuciones y ordenando encarcelamientos. Con el triunfo, el 'Che' se convirtió en lo que nunca quiso ser: un político, destino que pronto abandonó para proseguir la lucha. No llegó muy lejos. El 8 de octubre de 1967 cayó ejecutado a manos del Ejército boliviano auspiciado por la CIA. Su ascenso a los altares revolucionarios fue inmediato, aunque siempre planeará sobre su historia la sombra de la duda. ¿Lo abandonó Fidel para que pudiera él reinar en solitario en Cuba?
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