El president del Govern, Francesc Antich, ha asumido la presidencia de la Eurorregión Pirineos-Mediterráneo, que integra Catalunya, Aragón y Balears por España y Midi-Pirénees y Languedoc-Roussillon por Francia. El acto, que tuvo lugar en la ciudad gala de Toulouse, reveló, desde el primer momento, las dificultades que atraviesa este proyecto transfronterizo del sur de Europa.
Aragón, que mantiene un conflicto por el arte sacro con Catalunya, no envió ningún representante, mientras que el presidente de la región francesa de Languedoc-Roussillon, George Frêche, adelantó que su comunidad está dispuesta a abandonar el organismo si éste no es capaz de ofrecer resultados a sus miembros.
Es en este clima en el que Antich se hace cargo de la máxima representación de la Eurorregión, una institución de reciente creación que, sobre el papel, tiene que ofrecer indudables beneficios a sus integrantes. La capacidad de crear un grupo de presión en el seno de la Unión Europea para defender los indudables intereses comunes que comparte la zona mediterránea de los Pirineos es razón suficiente para justificar la constitución de la Eurorregión, pero también no lo es menos que el proyecto no puede quedarse en una mera declaración de intenciones.
Al president Antich le queda una ardua labor por delante. Limar las asperezas entre Aragón y Catalunya no será una tarea sencilla, como tampoco se intuye fácil ofrecer resultados a corto plazo para resolver la crisis que plantea Frêche con su anunciada salida de la Eurorregión. Los próximos meses darán la medida exacta de las intenciones y las posibilidades reales de Balears para reconducir la actual situación en la que está inmersa la propuesta de la Eurorregión Pirineos-Mediterráneo.
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