El Passeig Marítim quedó sembrado de bolsas, botellas y vasos, mientras a escasos metros los contenedores estaban vacíos. Foto: C CASTRO

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Pasada la medianoche del 24 la juventud en gran cantidad comenzó a congregarse en el punto de encuentro habitual de cada fin de semana. El Paseo Maritim, como ya es costumbre, recibe a todos aquellos que desean comenzar la fiesta con el infaltable y tan cuestionado botellón, festejan, beben, fotos entre amigos, llamadas telefónicas, todos querían saludar a los que por distintos motivos no estarían en la fiesta. A quienes de alguna manera han ido quedando atrás. Todos querían compartir una fiesta más, pero una fiesta especial, Navidad.

Después de finalizado este ritual tan cuestionado, la juventud comenzó la búsqueda del sitio adecuado para poder seguir con la noche que invitaba a pasarlo bien, a celebrar a lo grande, a disfrutar de buena música, baile, copas y por supuesto el ligue, que para algunos hubiese sido el mejor regalo en esta fiesta.

La imagen más habitual a medianoche en las discotecas y clubes eran las largas colas de jóvenes ansiosos por entrar para seguir con la fiesta. Pareja y grupos de amigosluciendo sus mejores atuendos, en especial las féminas que a pesar de la fría noche no les impedía llevar generosos escotes, minifaldas, tacones, ropa muy ceñida y más de alguna con el gorro de Papá Noel.

Todos sin excepción se entregaron al ritmo del house y la electrónica, bailes, risas, desenfreno, miradas que invitaban a la conversación más íntima, el ritmo centellante de la iluminación dejaban ver a aquellos que intentaban ocultarse entre la multitud para un baile con ritmo cargado de deseo y sensualidad. En algunos casos las copas iban causando estragos, rostros cansados, miradas perdidas, la compostura se perdía con el paso de las horas, que se iban cada vez haciendo más cortas, era el deseo de todos seguir con la marcha, seguir con la fantasía, el final de la noche estaba próxima, el último baile, la última canción, pero no la última fiesta.

Comienza el largo y agotador camino de vuelta a casa, largas colas a la espera de algún medio de trasporte. La noche ha sido sepultada por un nuevo día Una mujer que pasea su perro se mezcla entre los visitantes nocturnos. Un chico corre detrás del bus sorteando la gran cantidad de basura dejada por quienes participan en el botellón, toneladas de botellas, plásticos y envases esparcidos por el suelo junto a contenedores... vacíos.

Algunos vuelven a buscar los restos de alcohol en el Passeig Maritim. Realizan el brindis final deseando una Feliz Navidad...