Por primera vez, presidió el acto la nueva alcaldesa de Palma, Aina Calvo. Foto: M.A. CAÑELLAS

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La tradicional ofrenda floral a Jaume I de la Festa de l'Estendard transcurrió ayer sin altercados con grupos nacionalistas, aunque el grupo popular del Ajuntament de Palma «boicoteó» el acto por considerar que la corporación municipal debía haber asistido como tal a la tradicional Salve a la Mare de Déu de la Salut, en la iglesia de Sant Miquel, y no en comitiva (los regidores no están obligados a asistir), como finalmente se hizo. El PSOE denunció la actitud del PP, asegurando que respondió a una estrategia para adquirir notoriedad en los medios de comunicación.

«Han alterado una fiesta declarada recientemente Bien de Interés Cultural. Ésta es una celebración eminentemente cristiana y debe ser respetada», alegó ayer Catalina Cirer, quien criticó duramente que los socialistas no se ciñeran en esta ocasión al protocolo y al «patrimonio cultural» de Mallorca.

«Como se especifica en el BOIB al atardecer, la corporación se dirige a la iglesia y, después, realiza la ofrenda floral», especificaba el conservador Rafel Duran. «En realidad, nosotros (los regidores del PP) hemos aguantado 16 años insultos y agresiones, y no hemos cambiado ni un ápice la fiesta. ¿Qué hubieran dicho de nosotros si lo hubiéramos hecho?», lamentó Duran, quien afirmó que el nuevo equipo «ha cambiado la hora (de las 20.00 a las 18.00) y el orden de la Festa de l'Estendard, primero la ofrenda y luego la Salve. Y se saltan la formalidad de una fiesta eminentemente cristiana. Todo para no encontrarse con los nacionalistas».

«Todavía recuerdo cuando a Pere Sampol le gritaban 'caballero botiflà', comentaba el popular Rafel Durán en la puerta de Sant Miquel a los periodistas. «Esto no lo hicieron ni Aguiló, ni Fageda, ni Cirer».

La versión del representante del grupo socialista fue otra bien distinta. José Hila declaró que la actitud de los miembros del PP era «un boicot que sólo se justifica para salir en los medios de comunicación». «Los miembros de la oposición deben respetar las decisiones del equipo de gobierno como nosotros lo hemos hecho desde la oposición», alegó Hila, para quien el cambio en el protocolo de la fiesta respondía a la realidad de la sociedad mallorquina: «Una sociedad plural y diversa: quien quiera ir a misa que vaya, quien no quiera, que no lo haga», dijo.

Por su parte, el portavoz de UM en Cort y presidente de la formación nacionalista, Miquel Nadal, manifestó de forma escueta su «respeto» por la decisión del PP.

Sin la participación formal del PP, ya que los regidores conservadores permanecían frente a la palestra donde se encontraban casi todos los regidores municipales, un total de 45 asociaciones de toda índole hicieron la ofrenda floral a Jaume I.

El escenario de la Plaça d'Espanya distó mucho de otros años. La celebración fluyó con enorme rapidez, no hubo insultos, ni agresiones. No obstante, la presencia policial fue notable.

No asistieron a la celebración ni Francina Armengol, presidenta del CIM; ni el president Antich, ni el regidor Eberhard Grosske, entre otros.
Una vez concluida la ofrenda más veloz de la historia, que duró sólo 15 minutos, empezó la misa, que se celebró en la iglesia de Sant Miquel. Allí pudo verse en los bancos delanteros, frente al altar, a la alcaldesa, sin medalla ni vara de mando; y a los regidores Cristina Cerdó, Andreu Alcover, Nanda Ramón, Joana Maria Borras, Miquel Nadal y José Hila, quienes cantaron la Salve desposeídos de sus insignias oficiales.

Mientras, los regidores del PP, se situaron en la parte trasera de la iglesia, de pie. Entre ellos estaban Cirer, Duran, Ferrando, Bosch, Bennàssar, Gijón, Sansó y Terrassa, entre otros.