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Si bien es cierto que no existen medidas milagrosas, la decisión de la Reserva Federal estadounidense (Fed) de bajar tres cuartos de punto los tipos de interés ha surtido efecto en los parqués europeos y, por ende, en el español, que cerró ayer con un ligerísimo incremento porcentual, lo que no es poco frente a la jornada negra vivida el lunes. Y algo similar puede decidir más pronto que tarde el Banco Central Europeo (BCE), todo para inyectar liquidez en un mercado muy necesitado y que daba serias muestras de grave desaceleración.

Ahora bien, la primera consecuencia de este tipo de medidas es el descontrol de los precios, con lo que la inflación puede seguir en su línea ascendente. Es por ello preciso que se adopten medidas correctoras destinadas a evitar este efecto colateral de las decisiones que se han debido adoptar con premura y urgencia ante la gravedad de la situación.

Ante los acontecimientos vividos, es preciso que las autoridades transmitan serenidad, que es lo que intentaron hacer los ministros de finanzas de la Unión Europea, incluido el vicepresidente español Pedro Solbes. Aunque ello no significa que deban permanecer pasivos ante el desarrollo de los acontecimientos, sino permanentemente pendientes y en disposición de ejecutar las acciones precisas.

Toda vez que parece que retorna una cierta calma, no estamos ante el cierre de la crisis, sino ante las primeras actuaciones que han aportado un poco de serenidad. Si el anuncio de Bush de devolución de impuestos a los norteamericanos para inyectar liquidez y reactivar el consumo no hizo más que acentuar el nerviosismo en los mercados, la Fed supo encontrar el mecanismo preciso para evitar una nueva jornada de pánico bursátil. Ahora se impone el serio análisis de lo acontecido para que el 'lunes negro' no haya sido más que un susto.