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En plena campaña electoral, calentando motores para captar la atención, y sobre todo el voto, de los españoles, lo mismo Zapatero que Rajoy se afanan por darnos titulares de prensa llamativos. Las propuestas se disparan y cada uno intenta superar al contrincante a base de promesas más o menos acertadas.

Verdaderamente llamativo ha sido el planteamiento que nuestro presidente propone para que las familias, y especialmente las mujeres de este país, consigan de una vez compaginar sin traumas la vida familiar y la laboral como ocurre en Europa desde hace décadas.

Allí, el horario de los colegios se adapta al de los trabajos y viceversa, es decir, unos y otros entran entre las 8 y las 9 de la mañana y salen a las cinco de la tarde. Aquí Zapatero propone adaptar los horarios, pero no de forma lógica y razonable, sino «estirando» la jornada educativa de los niños hasta los límites ilimitados de la jornada laboral de los padres, de forma que los colegios tendrían que abrir doce horas al día, convirtiéndose en auténticos aparcamientos para niños.

Plantea también, en la misma línea, crear cientos de miles de guarderías, que permitirán a miles de madres acudir al trabajo puntualmente en jornadas maratonianas (el comercio, por ejemplo, cierra en toda Europa a las siete de la tarde e incluso antes) mientras sus bebés quedan «convenientemente» aparcados.

No es ésa la solución. Si los españoles deciden tener hijos es para disfrutar con ellos y para dirigir su educación, no para engrosar las cifras que le convienen al Estado. Adaptar la familia al trabajo pasa, también, por adaptar el trabajo a la familia. La reforma necesaria tendría que ser mucho más profunda para alcanzar los niveles de bienestar europeos.