TW
0

Fue un 25 de febero de hace, precisamente, veinticinco años. Ese día, las Cortes Españolas aprobaron el Estatut d'Autonomia de les Illes Balears. Días después, el 1 de marzo, el texto, que se aprobó con la abstención de AP (actual PP) se publicaba en el BOE.

El Estatut d'Autonomia de Balears, que ha sufrido dos modificaciones desde entonces (la última, y definitiva, hace un año), fruto de una compleja elaboración, es hijo de la Constitución de 1978. En eso coinciden dos personas que jugaron un papel clave en su elaboración, Jeroni Albertí, que entonces era el principal dirigente de la UCD y el presidente del ente preautonómico, y Félix Pons, diputado socialista que luego llegaría a ser ministro y a presidir el Congreso de los Diputados.

Félix Pons y Jeróni Albertí formaron parte de la llamada «Comissió dels Onze», que presidía este último y que se creó en 1980 para empezar a dar forma al proyecto. Estaba formada, además, por Rafael Gil Mendoza, Lluis Pinya, Juan Josep Ribas, Francesc Tutzó (UCD), Gregori Mir (PSOE), Damià Ferrá Pons (PSM), Andreu Murillo (PSM de Menorca), Ignasi Ribas (PCIB) y José Cañellas (AP).

El Estatut, que finalmente se aprobó, poco tiene que ver con las iniciales aspiraciones de la, entonces, joven clase política balear. Ni en el fondo ni en la forma
Hay una explicación: intento de golpe de Estado el 23 de febrero de 1981.
Aunque entre julio de 1980 y mayo de 1981 se intentó redactar un proyecto que contase con el apoyo de todos los grupos políticos, el Estatut aprobado finalmente fue el resultado de un pacto entre UCD y PSOE. Este acuerdo se vio acelerado por la involución autonómica que siguió al «tejerazo».

La lengua, el nombre de la misma, fue objeto de largas discusiones. Finalmente todo se resolvió con un signo ortográfico, una coma, que no se tocó en la gran reforma de hace un año. Quedó escrito, y aún queda, que «La lengua catalana, propia de las Islas Baleares, tendrá juntamente con la castellana, el carácter de lengua oficial».

Tan complejo, o más si se atiende a los recuerdos de parlamentarios de Eivissa y de Menorca, fue la cuestión del modo en que deberían ser elegidos los representantes del Parlament balear en las primeras elecciones autonómicas que se celebrarían dos meses después. La Ley Electoral, como ocurriera también en Catalunya, quedó fuera del Estatut. La diferencia es que en Catalunya aún no se ha alcanzado un acuerdo y aquí sí.

Maximiliano Morales, que sustituyó a Albertí en la presidencia del Consell, recuerda perfectamente, al igual que otros ucededistas de la época, el disgusto del partido cuando, tras el parón que provocó el 23-F, todos los Estatutos fueron «armonizados» por los dos grandes partidos, PSOE y UCD. De ese disgusto, pero ésa es ya otra historia, nacería UM.

El Estatut acabó como acabó. Pero empezó de forma muy diferente. La reivindicación autonomista era ya una constante cuando aún no se había aprobado la Constitución y ni siquiera se habían celebrado las primeras elecciones, las de 1977. En Balears, como también en Calalunya, al lema de «libertad y ammnistía» se unía en todas las manifestaciones al de «...y Estatut d'Autonomia».

Una manifestación, la del 29 de octubre de 1977, que batió todos los récords. Miles de personas, veinte mil según algunos; treinta mil según la organización, salieron a la calle sin tenerlas todas consigo. Aquella histórica manifestación estuvo a punto de no ser autorizada por el Gobierno Civil. Las elecciones generales se habían celebrado meses atrás pero las estructuras del franquismo aún no habían desaparecido.

Líderes de partidos, de organizaciones y gente de todo tipo y condición salieron codo con codo para hacer valer su reivindicación: autonomía.
«Todo estaba por hacer», ha contado Jeroni Albertí que siempre recuerda cómo se impovisaron unas instituciones que asumieron más poder que el que realmente tenían. Por ejemplo, en las elecciones de 1979 se habían elegido directamente unos consells insulars. Han tenido que pasar muchas décadas para que el Estatut, ahora vigente, recoja la elección, en listas separadas, de los consells insulars y del Parlament balear.

Tras la manifestación de 1977, referente de todas las que se han celebrado desde entonces a la hora de contar número de participantes, se aceleró el proceso para la redacción del Estatut. El socialista Emilio Alonso recuerda que aún antes de constituirse la comisión de los once (que no incluía ninguna mujer, por cierto) ya se celebraban reuniones, tanto en el propio partido como con otros. Sebastià Serra, actual director del IEB y entonces dirigente del PSI (luego PSM) opina que las iniciales aspiraciones autonomistas quedaron «tapadas» con la aprobación de la Constitución. Además (también en eso coincide con otros), nació bajo la sombra del 23-F.