El último, y definitivo, de los debates entre los candidatos a la presidencia del Gobierno del Partido Socialista y del Partido Popular, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, respectivamente, volvió a evidenciar el enfrentamiento radical, antagónico, sobre las prioridades de España para la próxima legislatura.
Zapatero y Rajoy presentaron dos modelos diferentes en materia económica y social, ambos plantearon ante los ciudadanos, a seis días de las elecciones, caminos muy diferentes sobre las medidas que se deben adoptar para atajar los retos más importantes a los que deberá hacer frente España. Los más de noventa minutos del enfrentamiento dialéctico entre quienes deberán asumir la presidencia del Gobierno español dejaron clara la existencia de nulos puntos de coincidencia, incluso en los temas más graves, como son el terrorismo, la inmigración o la educación, por poner algunos ejemplos.
Está claro que en el debate de anoche, tanto Zapatero como Rajoy apuraron sus argumentos, con un punto más de vehemencia, para hacerlos llegar hasta el último de sus posibles electores. Los dos candidatos, posiblemente influenciados por las últimas encuestas, trataron de movilizar a sus votantes y sembrar el desconcierto entre los adversarios; conscientes, ambos, de que sus diferencias porcentuales "superado el ecuador de la campaña" son mínimas y que, por tanto, el resultado de las elecciones todavía está abierto.
A partir de ahora la campaña entra en la recta final, a rebufo, con toda probabilidad, del debate que protagonizaron anoche los candidatos de las dos principales formaciones políticas. Al final, la última palabra la tendrán los ciudadanos el próximo domingo.
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