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El Partido Socialista Obrero Español se ha erigido el vencedor de las elecciones generales, aunque su líder, José Luis Rodríguez Zapatero, no ha logrado ampliar la distancia con el Partido Popular en unos comicios en los que ha imperado la bipolaridad entre las dos grandes fuerzas políticas de ámbito estatal; una estrategia que ha dejado fuera del juego político a las fuerzas nacionalistas.

Todos los indicios apuntan, a la espera de un estudio pormenorizado de los datos, que el PSOE ha logrado aglutinar el llamado 'voto útil' "a costa de Izquierda Unida y de otras formaciones de izquierda nacionalista" en torno a su proyecto político. El Partido Popular, por su parte, estabiliza y amplía, en términos generales, sus apoyos electorales, pero éstos son insuficientes para desbancar la hegemonía socialista para la próxima legislatura.

A la vista de los resultados, este 9-M garantiza una mayoría socialista en las Cortes, baza muy importante para afrontar los retos más inmediatos de España en el terreno económico y social.

En clave autonómica, estas elecciones generales suponen "con independencia del reparto equitativo de escaños entre PP y PSOE por la circunscripción de Balears" un nuevo mapa político, en el que los conservadores pierden su histórica ventaja sobre los socialistas. El PP no sólo ha perdido votos sino que también se ha quedado sin los senadores de Menorca y las Pitiüses, una evidencia de que la situación interna de los populares les ha pasado factura en estas generales.

Unitat, pese a haberlo intentado, no ha conseguido que Balears llegue a contar con un diputado propio en la Cámara Baja. El bipartidismo se ha impuesto de un modo abrumador.

Las urnas han hablado, la democracia ha triunfado. Ahora sólo cabe reclamar de los vencedores, el PSOE, una administración justa de los resultados.