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Los jóvenes de Balears son los que lo tienen más difícil a la hora de comprar una vivienda, por detrás de los vascos. Se calcula que tendrían que ganar 38.000 euros anuales para poder hacer frente a la adquisición de un piso, es decir, tendrían que duplicar (y más) su salario medio actual, cifrado en 16.000 euros. Lo cierto es que estos números son extrapolables a los que ya no son tan jóvenes y huelga decir que un salario de 38.000 euros no está al alcance de la mayoría.

De cualquier forma, las estadísticas revelan que la mayor parte de los jóvenes menores de 25 años viven con sus padres, lo que no debería extrañarnos porque a esa edad muchos acaban de terminar sus estudios universitarios o se han iniciado recientemente en el mundo laboral. Tradicionalmente, uno se planteaba comprar un piso cuando se emparejaba, cuando proyectaba formar una familia o cuando conseguía reunir unos ahorros. Hoy los jóvenes parecen tener prisa para casi todo y muchos sueñan con adquirir una vivienda sin asentar las bases económicas de un compromiso que les exigirá décadas de fidelidad a una hipoteca.

Aun así, los mismos informes ponen de manifiesto que tres de cada cuatro personas mayores de 30 años ya han formado su propio hogar, lo que evidencia que la estancia en casa de papá y mamá tampoco se eterniza tanto.

No están las cosas fáciles para nadie en estos tiempos y cuando hablamos de hipotecarse para cuarenta años es necesario reflexionar y tener las ideas muy claras. Parece que invertir en vivienda va a dejar de ser el chollo que era y el alquiler se perfila como una alternativa más razonable para quienes se plantean abandonar el hogar familiar y empezar a volar en solitario.