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Tras unos cuantos días de incógnitas y quinielas, Zapatero hizo pública ayer la composición de su nuevo Gobierno, con pocas novedades pero significativas. Primero, que hay munisterios de nueva creación, con competencias desgajadas de otros departamentos. Y segundo, el hecho de que haya más mujeres que hombres en un afán por demostrar un compromiso con la paridad que le ha llevado también a formar un nuevo Ministerio de Igualdad con la ingente tarea de colocar a la mujer en el lugar que le corresponde, nada fácil en un país como el nuestro, de arraigadísima tradición machista.

Sorprende también el nombramiento de Carme Chacón al frente de Defensa, considerada una de las carteras «fuertes». Y sorprende por ser mujer, por ser joven y por ser catalana, aunque bien es verdad que quizá su único punto débil sea su escasa experiencia en puestos de relevancia, salvo su paso por Vivienda.

La desaparición de Agricultura y Pesca, que han sido engullidos por el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino descoloca también, por cuanto se trata de sectores económicos y productivos con entidad suficiente para contar con su propia cartera. Algo similar ocurre con Asuntos Sociales, piedra angular de cualquier gobierno socialista, que ha sido desmantelado para incorporarse al Ministerio de Educación. Hay quien lo ve, y no es extraño, como un giro a la derecha.

La creación de un nuevo Ministerio de Innovación viene avalada por la necesidad de nuestro país de entrar, de una vez y por la puerta grande, en el siglo XXI, especialmente ahora que la economía se está desinflando por apoyarse básicamente en el consumo y la construcción, soportes efímeros para cualquier nación.

La marcha de Caldera y, sobre todo, la continuidad de Magdalena Àlvarez al frente del contestado Ministerio de Fomento son las cuestiones quizá más polémicas de la decisión de Zapatero, que pierde a un buen ministro de Trabajo.