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El período comprendido entre 2003 y 2007 en las Islas se caracterizó por una frenética actividad en obras públicas. El Govern balear, presidido entonces por Jaume Matas, emprendió la reforma o la creación de infraestructuras, la mayor parte de ellas necesarias, aunque es cierto que pueden plantearse dudas sobre la oportunidad de otras. El caso es que era imprescindible acometer la mejora de la red viaria y construir nuevos hospitales, pero puede cuestionarse que fuera preciso un metro en aquel momento para Palma o un nuevo túnel en Sóller.

Ahora están surgiendo datos que apuntan a sobrecostes en las obras emprendidas que alcanzan casi 275 millones de euros, lo que pone sobre el tapete la pregunte de si las cosas se hicieron bien, si hubo demasiadas prisas o se invirtió por encima de nuestras posibilidades reales. Todo esto puede plantear dudas y coincide, desafortunadamente con casos de presunta corrupción de personas vinculadas al ex president, como Rodrigo de Santos, el ex gerente de Bitel, Damià Vidal, o algunos de los imputados en el 'caso Andratx'. Si a ello sumamos la 'huida' de Matas a Estados Unidos y su retirada de la política, nos encontramos con una situación realmente muy comprometida que está perjudicando al PP balear, que no sabe qué escándalo más puede aparecer.

El Govern de Francesc Antich debe aclarar lo acontecido y, si las cuentas no están claras, poner orden en ellas y pedir las responsabilidades políticas o penales que sean precisas, pero no debe utilizar como excusa la herencia del pasado para no hacer nada y quedarse anclado en la inactividad.

Y no podemos olvidar que el dinero del convenio de carreteras suscrito por el Ejecutivo Matas, recurrido por Madrid, debería llegar sin más demora. Ahora ya no hay excusas. ¿No son 'amigos' los gobiernos de Antich y Zapatero? La opinión pública espera que se note. Que Zapatero cumpla sus promesas y se resuelva el problema de la financiación autonómica.