Caracoles, caracoles, caracoles..., fue la palabra más repetida ayer en Sant Jordi con motivo de la VIII Fira del Caragol.
Si en años anteriores, la Fira resultó un éxito, en la presente edición, la benigna climatología reinante durante toda la mañana animó a la gente a acercase a la pequeña localidad de Sant Jordi para participar de una feria que gana adeptos y mejora en calidad y organización. Ayer, según la organización, más de 12.000 personas visitaron la Fira y comprobaron, de primera mano, las diferentes maneras de cocinar estos moluscos gasterópodos. Los visitantes consumieron más de una tonelada en sus diferentes variedades gastronómicas.
A. Jiménez
No faltaron las autoridades, que con su presencia daban el respaldo institucional a una feria que comenzó siendo de pocos y se está convirtiendo en la de muchos. La alcaldesa Ania Calvo; la consellera de Comerç, Francesca Vives; la vicepresidenta del Consell, Joana Lluïsa Mascaró; la consellera de Turismo del Consell, Bel Olivar, y la edil de Cultura de Cort, Nanda Ramon, no se perdieron esta nueva edición de la Fira del Caragol.
Pero en la Fira, además de caracoles, se podía encontrar casi de todo. Los tenderetes que llenaban las calles ofrecieron a los visitantes un variopinto muestrario de productos, desde plantas aromáticas a una lancha para navegar. En el concurso gastronómico, el Premi Bover recayó en Francisco Bonet con el plato arròs cec amb caragols i salsa de padrina gratinada.
En el apartado de cocina tradicional resultaron ganadores: Pep Trias (caragol amb col), Pedro y Rafael Adrover (caragols de garriga) y Agueda Alemany (cazuela de caragol y fabes). En cocina de innovación los ganadores fueron: Margalida García (greixonera de caragols amb be y salsa curri), Antònia Vives (fideus secs amb pop i caragols) y Margalida Caldentey (carxofes farcides de caragols).
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