Aquí la prensa sigue hablando de Obama versus Hillary y de McCain. No se cuenta nada del triunfo del Manchester sobre el Chelsea, ni de la posibilidad de que Cristiano acabe en el Real Madrid. Ni siquiera del Real Madrid. Ni de Madrid. Ni de España. Y de Mallorca, para qué les cuentoÂ… Bueno, sí; de Mallorca, directamente, no. Pero indirectamente, sí. Porque se hablaba largo y tendido de la victoria de Nadal sobre Federer. Sí, Nadal en el «Post». Quitándole protagonismo al mismísimo Gasol, del que apenas, al menos aquí, la prensa habla de él.
Nuestro I-Phone se nos llenó de mensajes. Muchos. La vez que más. En Mallorca, y en Balears, se ha hablado mucho de nuestro encuentro con Matas en Washington. Como no podía ser de otro modo. Era la primera vez que hablaba el ex presidente. Para publicar, en plan político, no dijo mucho. Eso es cierto. Pero sí contó muchas cosas off the record, que tal y como pactamos, nos vamos a guardar.
Pero por lo que contó y, sobre todo, del modo como nos lo contó, vemos que lo tiene muy claro. Nos dio la impresión de que él ya no es de este mundo, del nuestro, del de les Illes. Nos dio la impresión de que el ex president, que sigue acordándose de Mallorca y de les Illes, a donde piensa viajar las veces que le venga en gana, está viviendo algo más que una luna de miel con el sueño americano. El american dream, como se le llama aquí.
Porque si se hubiera quedado en Balears, ¿qué haría? Estar en la oposición, capear como pudiera el chaparrón "metro, Bitel, Rodrigo de Santos, etc." y buscarle las cosquillas al enemigo político. Y, por supuesto, preparar el congreso del Partido Popular. Ya ven qué cosas para un hombre a quien el destino le puso en bandeja la oportunidad de dar el salto para zambullirse en el mundo empresarial, con la particularidad de que lo hace sobre caballo ganador. Basta, si no, ver cómo es su nuevo hábitat, su nuevo trabajo, su barrio, sus nuevas amistades, su nuevo modo de vida...
¿Qué habrían hecho ustedes en su lugar? Porque si perdía se iba, es algo que tenía muy claro. Tanto, que ya lo había advertido a quien tenía que saberlo. Pues cuánta razón tenía Pep Roig, cuando en la víspera de las elecciones lo comentó en voz alta. «Si Matas pierde, se marcha», creemos recordar que dijo. Así se lo contamos al ex president. «Pues estaba en lo cierto», responde.
Llegamos a Washington con un plan A y un plan B. En nuestro caso, el A era viajar a Washington y hablar con él. El B era tenerle a él, sin que lo supiera, por si no hubiera querido hablar con nosotros.
El primer día, con suerte, por supuesto, logramos hacer realidad el plan B. Tras haber averiguado dónde vivía, nos llenamos de paciencia y esperamos. Una, dos, tres, cuatroÂ… ¡Siete horas! De pronto apareció sobre una acera, con un grupo "dos hombres y una mujer", hablando. Desde lugar discreto le fotografiamos. No fue difícil: él no nos veía, nosotros sí; él no sabía que estábamos en Washington, nosotros pensábamos que a lo mejor podría pasar por donde estábamos esperandoÂ…
Fotos paseando, hablando, despidiéndose, caminando hacia su casa, buscando en el bolsillo de la chaqueta la tarjeta magnética con la cual se accede a aquéllaÂ… El plan B ya lo teníamos hecho. Estábamos, pues, tranquilos. Porque encima habíamos visto el entorno, su casa, su gimnasio, la Universidad George Washington, las casitas donde viven algunos estudiantes, el parque de bomberos, la zona verde donde se puede hacer footing, los hoteles, los restaurantes, las tiendas, el párking donde deja el cocheÂ…
Ahora había que poner en marcha el plan A: intentar contactar con él.
Lo hicimos yendo al lugar donde trabaja. La recepcionista nos dijo que no estaba, pero que podría pasar por allí en cualquier momento. Nos pidió nuestros nombres y nos invitó a que nos sentáramos y a que esperáramos, Mientras, ella, le enviaba un e-mail a su I-Phone "aquí todo el mundo tiene I-Phone" en el que le decía que le aguardábamos. Matas nos mandó un mensaje; nosotros le contestamos con otro. Nos propuso un encuentro. Quedamos en el lugar, El Jaleo, un restaurante cerca al estadio de los Wizers. Y en él hablamos. Al principio se negó en redondo. «Vengo para saludar a los amigos, no para hacer ninguna declaración». Ante nuestra insistencia, y tras dejar sentadas unas bases "«No voy a hacer declaraciones políticas», repitió" hablamos. Y luego paseamos. Y durante el paseo nos llevó hasta el Musnew, el museo de periodismo hecho por periodistas para que lo disfrute todo el mundo; un museo hecho sin subvenciones, «porque aquí no hay de eso», nos dijo el ex presidente.
Al final, ante nuestra insistencia que ya rayaba la pesadez, nos mostró sus simpatías por Rosa Estaràs. Así de simple. Lo demás son ochos y nueves, y cartas que no ligan.
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