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Pensar que fue una de las plazas - y alrededores-, más cosmopolitas de Europa. Parada y fonda de viajeros más o menos ilustres y de gente de aquí, hoy es un lugar de paso. Pepe Oliver, uno de los últimos currantes -y románticos- de la noche palmesana, conocedor de la zona en sus años gloriosos, evoca aquellos tiempos. «Entre Gomila y Mediterráneo habría... ¡pues que sé yo! -hace un gesto como haciendo memoria-. En esta plaza estaban Tito's, el bar Bellver, el Joe's, Mónaco, el Drugstores, Antonio... Más adelante, Socaire, Bora Bora...

En Joe's, que es donde se preparaban los mejores dry martinis, se empezaba la noche y también, a veces, se acababa. Entre Gomila y la plaza del Mediterráneo estaba El Patio, en cuyas mesas cenaba la gente más famosa y glamurosa de aquellos años; el Olas, el celler sa Prensa...; en el Mediterráneo, el hotel Rodeo, que siguiendo los pasos de Saint Tropez, en San Agustín, puso música con tocadiscos para amenizar la velada; luego abrieron Rodeito, Puka Puka, Sargent Pepper's, que pese a tener una vida corta, rompió la noche. Hablo de memoria, que seguro que me dejo más de un negocio en el tintero, o antepongo a uno delante del otro. Había también pequeños hoteles y pensiones que se llenaban de gente. Y estaba el hotel Victoria, también con muy buenos clientes que terminaban en El Patio, Tito's o cualquier local de Gomila...

Según Pepe, la muerte de Gomila no fue de repente. «Tuvo una agonía más o menos larga. Por una parte aumentó el tráfico, lo que dificultó el aparcamiento, y una zona sin aparcamientos con mucho tráfico se resiente. El Plat Pla, por ejemplo, era un restaurante de moda donde al principio no era fácil encontrar mesa. Lo apuntado anteriormente obligó a su dueño a traspasarlo. Su sucesor no pudo mantenerlo mucho tiempo abierto. Aparte -añade-, la apertura del Club de Mar, con barcos de lujo que hasta entonces no podían entrar en nuestros puertos porque no cabían, y que atrajo a una nueva clientela, se llevó a mucha gente de Gomila hacia allí.