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ientras navegábamos por aguas de Somalia fuimos abordados por once piratas armados con fusiles Kalashnikov a bordo de una lancha rápida», indica el capitán del crucero de vela Le Ponant, Patrick Marchesseau, a su llegada a Palma.

Una odisea que, por fortuna, se produjo sin pasajeros a bordo e implicó al propio presidente de la República francesa, Nicolas Sarkozy, quien intercedió para su liberación tras entablar diversas negociaciones, llegando a barajar el envío de cuatro grandes buques de guerra a la zona del océano Indico.

«Al ver que los piratas procedían a asaltarnos, intentamos rechazarles lanzando chorros de agua a alta presión, pero nada pudimos hacer ante sus disparos. Una vez consumado el abordaje, mantuve la calma en todo momento, pero con la tensión latente que supone el verse rodeado de individuos armados», señala Marchesseau.

Es ésta la primera vez que el exclusivo buque francés, consignado por Transcoma, visita Mallorca desde que entró en servicio, en 1990. En la actualidad recala en distintos puertos españoles con alrededor de medio centenar de pasajeros, en su mayoría norteamericanos, atendidos por 30 tripulantes, que por una semana de vacaciones en el mar han pagado entre 3.000 y 4.000 euros.

La fórmula que ofrece este buque, perteneciente a la Compagnie des Iles du Ponant, es exclusividad en una atmósfera propia de un gran yate. Y es que la peculiar popa de la embarcación permite desde practicar el baño en el mar mientras permanece fondeado en una cala natural, hasta disfrutar de todo tipo de deportes náuticos.

Sus dimensiones, con 88 metros de eslora, son modestas pero considerables para un velero de tres palos Marconi e ideales para quienes buscan navegar con un toque de refinado estilo bon vivant.

Gabriel Alomar