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LAURA MOYÀ «Estos artículos eran unas crónicas olvidadas que, ahora, han resucitado». Con estas palabras resumía ayer por la tarde Pere A. Serra, presidente editor del Grup Serra, lo que suponía para él la publicación del libro Viatge a la Xina, editado por Ensiola. Fue una idea que repitió a lo largo de la presentación, que se celebró en el Teatre Municipal de Palma, al igual que su imposibilidad a la hora de valorar qué China era mejor, la que conoció por primera vez en 1974 o la actual.

El editor Miquel Campaner se encargó de abrir el acto. Le siguió el presidente del Institut d'Estudis Baleàrics, Sebastià Serra, institución que ha colaborado en la edición catalana. Después, llegó el turno de Baltasar Porcel. El escritor, que ha escrito el prólogo del libro, afirmó que Viatge a la Xina ofrece «observaciones de la realidad existente» en la China de 1974. «El libro tiene una gran virtud: explica una situación que, en teoría, ya ha pasado». Pero va más allá, se convierte en «un testimonio vivo admirable» para ver «qué era China». «Permite ver a un país que estaba entre su gran revolución y la siguiente etapa».

Para Porcel, el volumen también demuestra «qué es el periodismo». «Hoy, el periodismo está lleno de servitudes, pero también de vitalidad». Una vitalidad que, en Mallorca, representan dos personas: Miquel dels Sants Oliver y Pere A. Serra. El primero, «creó periódicos y la conciencia de la mallorquinidad». El segundo, es «el continuador de esa trayectoria periodística». «Pere A. Serra ha hecho un periodismo vivo y mallorquín más allá de las ideologías», según el escritor.

Porcel recorrió China por primera vez en la misma época que el editor. «Entré en el país con un pasaporte francés falso porque creía en la idea de que se podía cambiar el mundo». La visita le marcó, «tuvo un impacto tremendo en mí», aunque, con los años, su opinión terminó transformándose. «El comunismo de Mao fue una gran idea que se convirtió en un fulminante desastre. Es la demostración de que no bastan las ideas, hay que realizarlas». El escritor finalizó su intervención insistiendo en la importancia de Viatge a la Xina: «Muestra una gran visión de uno los grandes fenómenos del siglo XX que te permite ver que, a veces, te equivocas absolutamente».

Pere A. Serra empezó su intervención explicando la «idea quimérica» que ha supuesto «recuperar unas crónicas» que, durante años, permanecieron olvidadas. Los artículos nacieron tras un viaje que hicieron el editor y el doctor José María García Ruiz a varias ciudades chinas en enero de 1974. Los textos se publicaron, además de en el Baleares, en unos 50 periódicos del país.

Durante el acto, el editor narró varias anécdotas. Una, la de su guía, que «hablaba un castellano muy pulcro» y con quien mantuvo varias discusiones sobre el hecho de que sólo pudieran tener un niño. «Siempre me decía lo mismo: todo está en manos de Mao. Mao era el centro del universo», recordó Pere A. Serra. Años después, el guía visitó Mallorca y fue a verle como director de la oficina de Turismo de China en Madrid. «Se había occidentalizado».

Acto seguido, introdujo uno de los temas que más se trataron a lo largo de la velada: si la evolución de China ha sido buena o mala. «En 1974, no existían las drogas ni los ladrones, la gente no robaba. Mientras estuviera Mao, todo iba bien. Ahora, China es Nueva York», afirmó el editor, quien no pudo sacar ninguna conclusión. Para Porcel, sin embargo, China es hoy «un país que vive una evolución con altibajos» que sufrió un período revolucionario «en el que había campos de concentración». «Prefiero la libertad, nuestro futuro no es Mao», dijo el escritor.

Al final, otra anécdota para cerrar la velada: «Mao no consiguió que pudiera cultivarse en los cementerios familiares. Fue lo único que no logró», recordó Pere A. Serra. Fue el adiós a una velada durante la que se recuperó una China diferente a la actual. Por unas horas, el Teatre Municipal se adentró en un universo del que hoy queda poco.