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El ex celador municipal de Andratx Jaume Gibert admitió haber delinquido «obligado por Eugenio Hidalgo y Jaume Massot» durante su comparecencia voluntaria realizada el pasado 12 de febrero ante el entonces juez instructor del 'caso Andratx' Àlvaro Latorre y el fiscal Anticorrupción Pedro Horrach.

Gibert pidió declarar para confesar que había emitido certificados falsos a cambio de obtener penas menores. De hecho, en el primer juicio del 'caso Andratx' relativo a la vivienda que Hidalgo construyó sobre una caseta de aperos, sólo fue condenado a cuatro meses de prisión.

Los otros acusados, el propio ex alcalde de Andratx, el ex director general d'Ordenació del Territori Jaume Massot y el abogado Ignasi Mir, fueron condenados a cinco, cuatro y un año de cárcel, respectivamente. Antes de su confesión, Anticorrupción solicitaba nueve años de prisión para Gibert.

La declaración voluntaria de Gibert permaneció bajo secreto durante varios meses, que ahora ha sido levantado por la nueva titular del Juzgado de Instrucción 12 de Palma. En ella, el ex celador describe su actuación en seis de las setenta piezas separadas del 'caso Andratx' , siempre relativas a la emisión de certificados falsos «siguiendo las directrices emanadas de Hidalgo y Massot».

Gibert relató ante el juez y el fiscal que, efectivamente, Hidalgo le había amenazado con enviarlo «a la puta calle» si no firmaba un certificado de antigüedad de una propiedad del padre de su yerno. «No había realmente una vivienda, sino que habían hecho una pared o fachada falseada», admitió el ex celador, que elaboró un certificado de que allí «había una vivienda de dos plantas».

También, Gibert confesó que Massot «le indujo» en alguna ocasión a realizar un certificado de final de obra falso relativo al hotel Dorint Camp de Mar.
«Ese certificado no se podía otorgar porque la parte inferior de los edificios no se ajustaba al proyecto, ya que los sótanos de edificios debían estar comunicados mediante túneles de cinco metros de ancho aproximadamente», dijo Gibert.

«En realidad estaban comunicados totalmente. Todo era un espacio entre edificios, como si fueran el mismo», añadió.