TW
0

Tras las últimas detenciones de miembros de ETA se están desvelando los objetivos que tenían y las actuaciones que pretendían llevar a cabo. No se trata de nada nuevo. Campaña salvaje de atentados en Andalucía, el secuestro de un concejal socialista o atentar contra el diputado conservador Ramón Rabanera son algunas de las acciones previstas por los violentos con la pretensión de poner al Estado contra las cuerdas para negociar en las condiciones más favorables para estos desalmados.

Afortunadamente, la banda parece estar en uno de sus peores momentos y las actuaciones policiales en España y Francia están dando los mejores frutos. Además, la desmoralización parece cundir en las bases de la izquierda abertzale que amparaba a los terroristas y las fuerzas democráticas han retomado, por fortuna, el camino del entendimiento en materia tan sensible como es la lucha antiterrorista.

Esto no quiere decir que no puedan producirse atentados. Entra dentro de lo posible que, cuanto más débil esté la organización, intente llevar a cabo acciones que le den notoriedad y le devuelvan un protagonismo que está perdiendo.

Pero no cabe el desánimo, desde la unidad de los demócratas y con el Estado de Derecho como arma fundamental se puede llegar, finalmente, a la desaparición de esta lacra que nos ha perseguido durante décadas dejando en el camino mucho dolor, lágrimas y sangre. El único camino de los violentos es acabar ante la Justicia. Debemos felicitarnos por los éxitos policiales, pero, en ningún caso, debemos dormirnos en los laureles. Hay que profundizar en este camino que nos está dando extraordinarios resultados.