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Salvaje, paradisiaca, de aguas cristalinas, una de las mejores del Mediterráneo..., son sólo algunos de los adjetivos que leemos en cualquier folleto turístico o en internet al buscar detalles de la playa de es Carbó.

Las fotos que ilustran esta información reflejan la realidad que se vive en esta playa perteneciente al municipio de Ses Salines. Salvaje sí es la playa, pero no precisamente en el sentido poético de la palabra.

Y es que, pese a los carteles en los que se prohíben barcos y motos acuáticas, lo cierto es que durante el verano, y en particular los festivos, es Carbó sufre una plaga de barcos que fondean a escasos metros de la orilla, dificultando el baño y con el consiguiente peligro para los bañistas, sin que nadie ponga remedio a la situación.

Una situación que se agrava con el olor del gasoil y los restos de este que se concentran en la orilla.
Son muchos los bañistas que se quejan de la situación de desamparo que sufren en esta bonita playa, máxime cuando para llegar hasta ella hay que recorrer dos kilómetros a pie y a pleno sol.

La situación no es nueva, ya se viene repitiendo cada año. Ojalá no tengamos que volver a hablar de ello

Lydia E. Corral