TW
0

El candidato del Partido Republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, John McCain, le ha surgido un adversario inesperado: el huracán Gustav. Todo el programa de la Convención Republicana se ha visto trastocado ante la llegada del Gustav, entre otras razones por los peligrosos paralelismos que se vaticinan con el Katrina, el huracán que dejó en evidencia la inoperancia de la Administración Bush para hace frente hace tres años al desastre en Nueva Orleans. No es anecdótico que el actual presidente y su vicepresidente, Dick Cheney, hayan renunciado a participar en la reunión del Partido Republicano.

Con todo, el Gustav no es el único problema al que debe hacer frente McCain en este inicio del tramo final de la carrera a la Casa Blanca que le enfrenta al candidato demócrata, Barack Obama. La elección de una neófita Sarah Palin, gobernadora de Alaska, se interpreta como un claro movimiento de McCain para tratar de romper el equilibrio con Obama que reflejan las encuestas para acercarse al electorado demócrata que apoyó a Hillary Clinton.

Es pronto para conocer el efecto que tendrá en el electorado americano el discurso de McCain, que se ha visto obligado a suavizar sus ansias belicistas a la vista del fracaso de las operaciones militares norteamericanas en Irak y Afganistán, las cuales han provocado miles de víctimas mortales entre sus filas y decenas de miles entre la población civil de ambos países para obtener unos más que discutibles objetivos políticos y estratégicos. En clave interna, donde se deciden las elecciones, McCain deberá hacer frente como candidato al legado de su predecesor, George W. Bush, que está logrando salvar al país de la anunciada recesión económica pero que no ha conseguido hacer valer su hegemonía internacional.