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JUAN M. GIMÉNEZ La muerte el pasado miércoles de una joven de 20 años en la autopista de Inca, al invadir otro vehículo el carril contrario, ha puesto de nuevo sobre la mesa el debate de la necesidad de instalar barreras de separación en autovías y autopistas. Las cifras no dejan lugar a dudas, en el último año y medio más de una docena de personas han perdido la vida en la autopista de Inca después de que otro vehículo, casi siempre a gran velocidad, atravesara la mediana.

Desde el Consell de Mallorca, encargado de la gestión de las carreteras, no se ha tomado ninguna media al respecto, a pesar de que los alcaldes de los municipios limítrofes piden que se instalen barreras de protección para evitar este tipo de accidentes que, además de las víctimas mortales, causan numerosos heridos.

Otro punto negro de la circulación es la autopista de Llucmajor, aunque con menor mortalidad que la de Inca, ya que si bien se han producido accidentes, la mayoría sin víctimas mortales. El debate está en la calle y cada vez se piden con más fuerza por parte del ciudadano soluciones. Además de los guardarraíles, existe la posibilidad de utilizar vegetación para evitar dichas colisiones. Por las características de nuestro clima, son ideales las adelfas (Nerium) o las antorchasis (Myoporum), plantas que se adaptan bien al clima mediterráneo y que cumplen con la premisa necesaria para evitar muertes. Son plantas de hoja perenne que no tienen grandes troncos, lo que evita que al chocar el conductor pueda sufrir graves heridas. Aunque lo principal es que tengan consistencia, sean uniformes y no haya calvas, cosa que no ocurre en estos momentos, lo que le hace perder su fuerza. Es necesario repoblar los tramos arrasados por algún accidente, algo que raramente se hace en este momento, de ahí el lamentable estado en el que se encuentran las vías, aunque un muro de separación es la medida más eficaz, como se ha demostrado en las carreteras de la Península.