TW
0
Pedro Prieto Si no tiene otra mejor cosa que hacer y quiere que las horas le pasen sin pesarle como losas, puede dar un paseo entre Sant Miquel y la Plaça Major de Palma. Si no va con prisas y si se fija bien en su alrededor, pensará que está en un enorme teatro con sala de exposión incluida. O viceversa. Que da lo mismo.

Pero hágalo ya, antes de que al Ajuntament se le ocurra organizar todo cuanto ocurre en esas dos vías, que a lo mejor, si le da por eso, lo echa a perder. ¿Que qué se encontrarán? Aparte de un magnífico museo en el edificio de la Banca March, y que es el gran desconocido para muchos palmesanos, sobre todo en la mano izquierda, yendo hacia la Plaça Major, verán "y podrán escuchar" a la silenciosa violinista, que si atienden cómo hace sonar de bien el violín no entenderán porque está ahí, en la calle, pudiendo estar en cualquier sala de conciertos.

Eso mismo también me pregunto yo cada vez que paso por delante de la iglesia de Sant Miquel y me quedo escuchando un rato al gigantesco Aaron Lordson, acompañado de su guitarra acústica, cantando con una voz maravillosa que seguramente hubiera impresionado hasta a Ray Charles. ¿Qué hace ahí Aaron?, me pregunto. Le vi no hace mucho en el programa Hijos de babel, pero en directo suena mucho mejor.

Echando hacia atrás unos pasos, nos encontramos con una auténtica galería de pintura y un no menos auténtico taller de arte, en que pintores caricaturistas, grabadores, etc. están inmersos en sus trabajos que luego exponen sobre mesas, caballetes o, simplemente, apoyados en la pared, todo a un módico precio.

Pueden también hacer un alto en Sant Antoniet, en cuyo patio expone estos días nuestro amigo Camargo.
Entre la plazoleta de Sant Miquel y la Plaça Major hay un pequeño vacío, pero una vez en la plaza se vuelve a animar. Diversos tenderetes de artesanía, estatuas humanas a cual más original, más caricaturistas, los brasileños de Bahía, que enseñan a bailar capoeira a los turistas, más pintores, más tenores, barítonos o sopranos, algún que otro músico que con su guitarra ameniza la mañana a quienes toman algo en los bares de la plaza...

Es un lugar, como verán, que si lo quisiéramos organizar a propósito, no resultaría tan bien como ahora. Así que dejémoslo como está.