Es evidente que esta situación es de todo punto indeseable y no es buena para el correcto funcionamiento de la democracia. Pero es lo que tenemos a causa de los presuntos desmanes cometidos por personas que tuvieron su cuota de poder y la utilizaron, presumiblemente, para el enriquecimiento personal.
Frente a este dato, es imprescindible que se ponga coto a cualquier acto ilegal que cometa cualquier cargo público con mucha mayor celeridad. Y para eso es imprescindible que los partidos asuman que es mejor cortar por lo sano cuando se detectan los primeros síntomas que dejar que se enquiste el problema y mirar hacia otro lado hasta que es la Fiscalía la que interviene.
Llegados al punto en el que estamos, recuperar la confianza de la ciudadanía no resulta fácil, porque hay que conseguir eliminar la falsa imagen de que todo en política está pervertido por intereses espurios. Hay muchas personas que se dedican a la 'res pública' y lo hacen desde la convicción y con no pocos esfuerzos personales y son la gran mayoría. Por ello es una imperiosa necesidad acabar con cuanta ilegalidad se cometa en la esfera de la política por el bien de todos.
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