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Le gusta la literatura de terror y los libros «que tengan historia, con argumento», los jueves estudia danza jazz en Palma y canta impecablemente. Se llama Anna Haas, es blaveta y esta noche a las diez interpretará en la basílica de Lluc el canto de la Sibil·la. Es la primera chica que lo hará. «No estoy nerviosa, el viernes pasado ya la canté en Son Servera y salió bien».

Anna Haas nació en Londres en 1991, hija de padre alemán y madre rusa. «Al cumplir un año vinimos a vivir en Mallorca, primero en Son Macià y después en Biniamar. Llevo tres años como blaveta en Lluc y me gusta mucho», explica Anna en un mallorquín excelente. También domina el castellano, el inglés y el alemán. «El ruso es la asignatura pendiente», reconoce.

Preguntada si sabe por qué motivo es la escogida para cantar la Sibil·la, Anna encoge los hombros, quizás por timidez o por discreción. Ricard Terrades, el maestro de música de la Escolania, responde en su lugar: «Anna es la alumna técnicamente mejor preparada. Tenemos dos o tres candidatos y quince días antes de Navidad escogemos al definitivo. En caso de que Anna no se encontrara bien la noche de Matines dispondríamos de alguien que la sustituyera».

Terrades aclara que «cantar la Sibil·la es el fruto de años de estudiar música», una asignatura a la que los blauets dedican unas diez horas lectivas a la semana. El director musical de la Escolania también quita importancia al hecho que una niña quien canta la Sibil·la. «Se trata de una decisión técnica, y Anna lo hace mejor que los otros chicos», recalca. La Escolania empezó a admitir niñas en 2004 y este curso 20 de los 48 alumnos matriculados son chicas.

Según Anna, «la principal dificultad para cantar la Sibil·la es controlar la respiración. Estoy tranquila, pero no quiero confiarme en exceso».

A. Pol (texto y foto)