Margalida Serra, del horno Reina María Cristina de Palma, con las especialidades que se elaboran siguiendo la tradición.

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El Carnaval mallorquín calienta motores con una fiesta por antonomasia gastronómica, el Dijous llarder, que muy lejos de desaparecer, sigue fiel a la tradición en Palma y en la mayoría de pueblos de la Isla.

En cuanto a los orígenes, volvemos a reclamar la atención de los expertos, tal es el caso del escritor Miquel Ferrá i Martorell, quien recuerda que «el jueves lardero, o denominado Dijous llarder, se celebra en Mallorca una semana antes del Miércoles de ceniza, fecha que marca el principio de la Cuaresma»

«Esta fiesta, -prosigue Ferrá i Martorell- data de la época de los romanos, que la denominaban saturnales en honor al dios Saturno, y durante la cual reinaba una gran libertad. De ahí que saturnal sea sinónimo de orgía o bacanal. Lardero, procede del latín, lardum, que significa tocino. En la cristiandad se traducía en que se podía comer cerdo y charcutería antes de la Cuaresma».

Es en estas fechas, durante el Carnaval, cuando nuestro postre de mayor prestigio, la ensaimada, se viste también de Carnaval con el color rojo que le proporciona la sobrasada y los trozos amarillos del calabazate, que en algunas versiones, según el horno o pastelería que las confeccione los tiñen de color verde.

El horno Reina María Cristina elabora las ensaimadas conocidas como de Carnaval o tallades durante todo el año, aunque es por estas fechas cuando se incrementan las ventas. Según explica su propietaria, Margalida Serra, «a nosotros nos gusta elaborarlas de forma muy artesanal y sobre todo que no falte la manteca y de forma generosa, la sobrasada». Las individuales se venden a 1,80 euros y las demás a partir de 13,50 euros. Otra especialidad típica de esta casa en Carnaval es la coca dulce de butifarrón y sobrasada con azúcar, que se vende a 15 euros la pieza. Ésta se puede elaborar a partir de medio kilo de harina de fuerza, 150 gramos de azúcar, cuatro huevos, un vasito de aceite, manteca, levadura de panadería y canela en polvo.

Amalia Estabén

(texto y foto)