Lo niños, muchos de ellos disfrazados, disfrutaron con varios talleres y actuaciones.

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Mucha gente pero pocos niños disfrazados en Sa Rueta de Palma que se celebró ayer tarde desde las 16 a las 20 horas. Princesas y Spiderman se multiplicaron por cien. Fueron, quizás, los disfraces más repetidos ante algunos de gran originalidad como el de Guiem Campis, de 6 años de edad, con un artesano y elaborado disfraz basado en la torre Eiffell, acaparando la atención y siendo el objetivo de muchos flashes y fotografías. Otro de los disfraces más trabajados, que pudimos apreciar en nuestro particular paseo por el recorrido de Sa Rueta, fue el de Neithan, de 8 meses de edad, donde su cochecito de bebé se había convertido en una cesta rebosante de huevos recién puestos y él en un precioso pollito. Otro de los que despertaron curiosidad fue la familia que iba a rebufo de un coche de los Cars, logrando uno de los 30 premios de 50 euros que la organización repartió una vez finalizada Sa Rueta. Dicen fuentes oficiales de la Policía Local de Palma que en hora punta fueron alrededor de 40.000 personas las que se encontraban en Sa Rueta. Pero sigamos, los hermanos Adrián y Núria se disfrazaron de Mosquetero y brujita, respectivamente. Los de la canalla dels Castellers de Mallorca no lo dudaron y acudieron disfrazados de San Fermines. Cortadas, al tráfico rodado, las principales calles del centro, Jaume III, Plaça Joan Carles I, Es Born, Plaça de la Reina, Carrer Uniò y Plaça des Mercat, poco a poco fue llenándose de gente, siendo entre las cinco y las seis de la tarde el momento más álgido de Sa Rueta. Los pasacalles y las animaciones infantiles se distribuyeron por diferentes puntos creando un ambiente de lo más festivo. Chicho Lorenzo, padre del popular piloto de motos, Jorge Lorenzo, creó el ambiente con las pequeñas «polinis» y sus pequeños pilotos en pleno Jaume III, arrancando los aplausos de quienes contemplaban a los futuros pilotos de motociclismo. Talleres de maquillaje o creación de máscaras se vieron abordados por mamás y pequeños que no dudaron en pintarse el rostro o crearse un colorido antifaz o careta.