El grupo de alumnos, unos treinta, que lleva acampado en el edificio Ramon Llull desde hace casi tres meses tiene en su protesta dos objetivos básicos: que el Estado renegocie el Plan Bolonia y que la UIB convoque un referéndum.
«El fin de la consulta a los alumnos no es otro que saber si están conformes con la reforma del plan de estudios», explica Adrià Sàbat, portavoz de la Asamblea de Estudiantes. Según Sàbat la negativa por parte de la UIB a celebrar el referéndum «demuestra que aceptan las condiciones del plan, sin haber preguntado antes a los estudiantes».
El objetivo de que el Estado renegocie el Plan Bolonia depende de la actuación conjunta de las asambleas, por lo que varias de estas organizaciones de todo el país han organizado dos encuentros (uno en Burgos y otro en Bruselas) para desarrollar una campaña conjunta. La segunda gran demanda, el referéndum, está más en manos de la Asamblea de Estudiantes de la UIB, por lo que van a realizar una el día 25 de marzo. Pese a que estos estudiantes no cuentan con un censo del alumnado, el cual tiene la UIB, utilizarán una base de datos informática para que no se repitan votos. El resultado no será vinculante, pero «servirá para saber qué piensa la gente». Las universidades de Lleida, Sevilla y Barcelona ya lo han hecho.
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